Centurión: ¿es un crack o está inflado?
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CENTURION
date 27/06/2017

Centurión: ¿es un crack o está inflado?

Guillermo Barros Schelotto puso por las nubes el fútbol de Centurión, de quien no se sabe si seguirá en la próxima temporada en el equipo campeón del fútbol argentino.

'El tiene la sangre de Boca', dijo el técnico. La frase lo pinta como un crack. ¿Pero es realmente un crack el media punta cuyo pase es del San Pablo? La gambeta como argumento central. El arte de saber elegir que todavía no incorporó.

“Centurión tiene la sangre de Boca”. La frase no deja instalada ninguna duda. Por el contrario; las liquida. Guillermo Barros Schelotto quiere que Ricardo Adrián Centurión siga en Boca en la próxima temporada.

Esa frase redonda, rotunda y con un perfume a fútbol inconfundible podría estar dirigida a los ídolos históricos de Boca: a Antonio Ubaldo Rattín, a Angel Clemente Rojas, a Juan Román Riquelme, a ese ídolo caído en desgracia que es Carlos Tevez, a Diego Maradona, a Blas Giunta, a Hugo Gatti, al Beto Márcico, a un técnico como Juan Carlos Lorenzo y a un presidente del club como Alberto Armando, entre otros elegidos por las memorias de los hinchas de antes y de ahora.

Sin embargo, Guillermo, con la serenidad que fuera de la cancha siempre expresa (adentro no tanto porque más de una vez se le pianta un lagrimón), eligió esas palabras para referirse a las condiciones de Centurión. Y a la “sangre” boquense de Centurión. Y lo puso poco menos que por las nubes. Porque lo identificó al media punta cuyo pase es del San Pablo (si Boca lo compra tendrá que pagar 6 millones de dólares) como un jugador que representa fielmente al sentimiento xeneize.

Decir que “Centurión tiene la sangre de Boca”, no es una calificación que se larga públicamente para ocupar los espacios. Guillermo tiene muchísima experiencia como para no saberlo. O como para que algo en particular se le pase por alto en una nota concedida a la TV.

¿Qué significa lo que manifestó Guillermo? Que lo considera a Centurión una pieza fundamental del equipo. Un imprescindible. Un irreemplazable. Un jugador que siempre tiene que estar. La pregunta a esta altura es impostergable: ¿será para tanto? Para el técnico, es indudable que sí. Que Centurión llena casi todos los casilleros futbolísticos. O todos. Sobre los casilleros extrafutbolísticos vinculados a su vida privada las consideraciones también son privadas, aunque haya sido acusado de ejercer violencia de género contra su ex pareja Melisa Tozzi.

¿Qué le dio hasta ahora Centurión a Boca? No tanto como lo que señaló Guillermo hace unos días. No fue tan desequilibrante como suelen insinuar sus movimientos, sus maniobras, sus amenazas. Es cierto, tiene lo que no abunda: gambeta y atrevimiento para gambetear. Y algo que se fue perdiendo: potrero. Parece un jugador hecho en los potreros, Centurión. En los potreros del suburbio. Allí, donde un caño se festeja y se celebra. Allí, donde la pelota se asemeja a un universo. Allí, en los bordes del desaliento.

Juega a jugar Centurión. Quizás en muchas oportunidades es más efectista que efectivo. Porque le quiere poner un moño a lo que debería ser más simple. Porque se expone a la infracción en zonas en las que debería tocar y pasar. Pero él quiere gambetear. Ganar en el uno contra uno. O en el uno contra dos. Quiere que todos vean la habilidad que cultiva. Esa destreza para bailar arriba de la pelota. Para sobrar a quien sale a enfrentarlo. Para cancherear con el freno y la salida sobre el amague. Y después con el foul que lo persigue, victimizarse, aunque a veces lo salen a buscar para herirlo. Pero, en general, teatraliza.

No llegó a la categoría de crack, Centurión. Y muy difícilmente lo logre. Pero vende cositas de crack. ¿Cuáles? El contacto suyo con la pelota. El problema es que va a los bifes mucho menos de lo que tendría que ir. Ir a los bifes es ir a resolver al área. Irse al gol, en definitiva. Tener más gol. Porque tiene poco gol. Los 8 goles que convirtió en Boca en 22 partidos del campeonato son una marca discreta para un jugador de ataque y sin obligaciones de retroceso defensivo.

A los 24 años tiene tiempo por delante para seguir aprendiendo. Habrá que ver si quiere continuar aprendiendo. O si piensa que se las sabe todas. O que con lo que tiene ya está hecho y no precisa más nada. Por lo pronto, en San Pablo no le alcanzó. Por eso lo cedieron a préstamo a Boca. Porque no rindió en relación a la inversión que hizo el club paulista.

Y es sugestivo. Porque Centurión por características técnicas tendría que haberle cerrado el fútbol brasileño, con más espacios y libertades que en el fútbol argentino. Pero no trascendió. No gravitó. En no pocos partidos fue criticado por hacer fulbito. Por jugar para él. Por querer hacer un stand up con reminiscencias de Neymar. Aunque a Neymar le sobra fútbol. Y goles.

Afirmar que en Boca la rompió no le rinde tributo a la verdad. No la rompió. Fue errática su producción. Y fueron hasta erráticas sus presencias. Demasiadas lesiones lo persiguieron. Y demasiados conflictos fuera de la cancha lo sacaron de foco. Lo distrajeron. Y lo empujaron a otros escenarios mediáticos sensibles al escándalo.

Precisa Centurión una firme orientación futbolística que lo ayude a potenciarse. Con la gambeta solo no va a relanzarse. La gambeta tiene que ser selectiva. Aquí sí, aquí no. Es el arte de saber elegir. Y los que saben elegir son los mejores. Porque son los que entienden la dimensión del juego.

Guillermo, por lo pronto, ya lo definió en pocas palabras: “Es la sangre de Boca”. La observación goza de cierta superficialidad. Y de un inocultable aroma tribunero.

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