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CURIOSIDADES
13/09/2025 La noche en que la Bombonera tembló de verdad: el estudio científico que confirmó la leyenda
Muchos dicen que “La Bombonera late”. Otros, que “La Bombonera tiembla”. Pero en 1992, esas frases pasaron de ser metáforas a convertirse en un hecho científico. Aquella vez, un grupo de especialistas de la Universidad de Buenos Aires comprobó que el mítico estadio de Boca Juniors literalmente vibraba como si fuera un terremoto cuando la hinchada explotaba en aliento.
Lejos de ser un mito de tribuna, los números confirmaron lo que millones de hinchas sabían desde siempre: la Bombonera no se compara con ningún otro estadio en el mundo.
El origen de la investigación
A principios de la década del 90, circulaban rumores cada vez más fuertes: que la Bombonera se movía, que los rivales lo sentían, que el cemento temblaba bajo los pies de los jugadores.
Intrigados por esos comentarios, un grupo de ingenieros y sismólogos de la Facultad de Ingeniería de la UBA decidió realizar un estudio durante un partido oficial. Querían medir, con equipos de precisión, si el fenómeno era real o si se trataba simplemente de una percepción subjetiva.
Eligieron un clásico partido de Copa Libertadores de 1992, cuando Boca recibía a Universidad Católica de Chile. Un duelo perfecto para poner a prueba la capacidad vibratoria del estadio, porque la Bombonera estaría repleta y la hinchada jugaría su propio partido.
El experimento
Los especialistas instalaron sismógrafos en distintos sectores del estadio, desde las plateas hasta las populares. Los aparatos estaban diseñados para detectar vibraciones de suelos en caso de temblores o movimientos sísmicos.
La consigna era clara: medir qué pasaba en el momento en que la hinchada de Boca alentara con toda su fuerza.
Y el resultado fue impactante: cada vez que la gente saltaba al unísono y cantaba con potencia, los aparatos registraban movimientos equivalentes a un sismo de entre 5 y 6 grados en la escala de Richter.
La Bombonera que late de verdad
El dato sorprendió a los propios científicos. No se trataba de un mito urbano ni de una exageración de los hinchas: la estructura vibraba realmente.
Lejos de ser un problema, la investigación confirmó que la Bombonera estaba preparada para soportar esas fuerzas. Su particular diseño, con las tribunas muy empinadas y cercanas al campo, favorecía que el sonido y la vibración se concentraran como en ningún otro estadio.
Para los rivales, aquello era un infierno: no solo sentían la presión de la gente, sino que además percibían físicamente cómo el piso se movía bajo sus pies.
Testimonios de jugadores rivales
Con los años, muchos futbolistas que visitaron la Bombonera reconocieron que jugar allí era una experiencia única. El exdelantero chileno Patricio Yáñez, que estuvo aquella noche de 1992, confesó después:
“Era impresionante, parecía que se caía el estadio. Uno miraba para arriba y sentía que todo se venía encima. Nunca viví algo igual”.
Incluso jugadores argentinos rivales coincidieron en que la sensación era real: la Bombonera se mueve.
El orgullo de los hinchas
Para el pueblo xeneize, el estudio de la UBA no hizo más que darle respaldo científico a lo que siempre habían sostenido con orgullo: la Bombonera no tiembla, late.
La frase se convirtió en bandera y hasta hoy se repite como un mantra que identifica al club y a su estadio. Ningún otro equipo en el mundo puede decir que su cancha fue analizada por sismógrafos y que salió probado que vibra como un terremoto.
El mito que se hizo mundial
Con el paso de los años, la historia cruzó fronteras. Medios internacionales como la BBC, The Guardian y hasta programas especializados en arquitectura deportiva mencionaron el fenómeno de la Bombonera como un caso único en el planeta.
No hay registro de otro estadio donde la pasión de la hinchada haya sido medida de forma científica y con resultados tan contundentes. Por eso, cuando se habla de Boca en el exterior, siempre aparece el mito —ya convertido en realidad— del estadio que tiembla.
La noche de 1992 en que la UBA midió la vibración de la Bombonera quedó grabada en la memoria colectiva del fútbol argentino. Fue la confirmación de que Boca Juniors no es solo un club, sino un fenómeno cultural, social y pasional capaz de desafiar hasta las leyes de la física.
Cada vez que un hincha canta en la popular, cada vez que la Bombonera ruge en un gol, se revive ese legado: el de un estadio que no necesita metáforas para ser único.
Porque sí: la Bombonera tiembla de verdad. Y lo dice la ciencia.
A principios de la década del 90, circulaban rumores cada vez más fuertes: que la Bombonera se movía, que los rivales lo sentían, que el cemento temblaba bajo los pies de los jugadores.
Intrigados por esos comentarios, un grupo de ingenieros y sismólogos de la Facultad de Ingeniería de la UBA decidió realizar un estudio durante un partido oficial. Querían medir, con equipos de precisión, si el fenómeno era real o si se trataba simplemente de una percepción subjetiva.
Eligieron un clásico partido de Copa Libertadores de 1992, cuando Boca recibía a Universidad Católica de Chile. Un duelo perfecto para poner a prueba la capacidad vibratoria del estadio, porque la Bombonera estaría repleta y la hinchada jugaría su propio partido.
El experimento
Los especialistas instalaron sismógrafos en distintos sectores del estadio, desde las plateas hasta las populares. Los aparatos estaban diseñados para detectar vibraciones de suelos en caso de temblores o movimientos sísmicos.
La consigna era clara: medir qué pasaba en el momento en que la hinchada de Boca alentara con toda su fuerza.
Y el resultado fue impactante: cada vez que la gente saltaba al unísono y cantaba con potencia, los aparatos registraban movimientos equivalentes a un sismo de entre 5 y 6 grados en la escala de Richter.
La Bombonera que late de verdad
El dato sorprendió a los propios científicos. No se trataba de un mito urbano ni de una exageración de los hinchas: la estructura vibraba realmente.
Lejos de ser un problema, la investigación confirmó que la Bombonera estaba preparada para soportar esas fuerzas. Su particular diseño, con las tribunas muy empinadas y cercanas al campo, favorecía que el sonido y la vibración se concentraran como en ningún otro estadio.
Para los rivales, aquello era un infierno: no solo sentían la presión de la gente, sino que además percibían físicamente cómo el piso se movía bajo sus pies.
Testimonios de jugadores rivales
Con los años, muchos futbolistas que visitaron la Bombonera reconocieron que jugar allí era una experiencia única. El exdelantero chileno Patricio Yáñez, que estuvo aquella noche de 1992, confesó después:
“Era impresionante, parecía que se caía el estadio. Uno miraba para arriba y sentía que todo se venía encima. Nunca viví algo igual”.
Incluso jugadores argentinos rivales coincidieron en que la sensación era real: la Bombonera se mueve.
El orgullo de los hinchas
Para el pueblo xeneize, el estudio de la UBA no hizo más que darle respaldo científico a lo que siempre habían sostenido con orgullo: la Bombonera no tiembla, late.
La frase se convirtió en bandera y hasta hoy se repite como un mantra que identifica al club y a su estadio. Ningún otro equipo en el mundo puede decir que su cancha fue analizada por sismógrafos y que salió probado que vibra como un terremoto.
El mito que se hizo mundial
Con el paso de los años, la historia cruzó fronteras. Medios internacionales como la BBC, The Guardian y hasta programas especializados en arquitectura deportiva mencionaron el fenómeno de la Bombonera como un caso único en el planeta.
No hay registro de otro estadio donde la pasión de la hinchada haya sido medida de forma científica y con resultados tan contundentes. Por eso, cuando se habla de Boca en el exterior, siempre aparece el mito —ya convertido en realidad— del estadio que tiembla.
La noche de 1992 en que la UBA midió la vibración de la Bombonera quedó grabada en la memoria colectiva del fútbol argentino. Fue la confirmación de que Boca Juniors no es solo un club, sino un fenómeno cultural, social y pasional capaz de desafiar hasta las leyes de la física.
Cada vez que un hincha canta en la popular, cada vez que la Bombonera ruge en un gol, se revive ese legado: el de un estadio que no necesita metáforas para ser único.
Porque sí: la Bombonera tiembla de verdad. Y lo dice la ciencia.
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