La increíble historia de Martín Palermo y los tres penales errados en la Copa América: del papelón a la leyenda xeneize
juanromanriquelme.com
CURIOSIDADES
date 15/09/2025

La increíble historia de Martín Palermo y los tres penales errados en la Copa América: del papelón a la leyenda xeneize

Martín Palermo es uno de esos jugadores que hicieron de la adversidad una marca registrada. Amado por la gente de Boca Juniors como pocos futbolistas en la historia, el “Titán” construyó su mito a base de goles, entrega y hazañas inolvidables.

Pero su carrera también tuvo momentos difíciles. Uno de los más recordados ocurrió en 1999, cuando con la camiseta de la Selección Argentina falló tres penales en un mismo partido de Copa América. Una noche que pudo haber destruido a cualquiera… pero que, en el caso de Palermo, terminó alimentando su leyenda.

El partido maldito

El 4 de julio de 1999, Argentina enfrentaba a Colombia en la ciudad paraguaya de Luque, por la fase de grupos de la Copa América. El técnico Marcelo Bielsa alineó a Martín Palermo como delantero titular, confiando en su olfato goleador.

Lo que sucedió esa noche entraría en los libros de récords: Argentina perdió 3-0 y Palermo falló tres penales. Sí, tres.

El primero, a los 5 minutos, lo estrelló en el travesaño.

El segundo, a los 76 minutos, lo atajó el arquero Miguel Calero.

El tercero, a los 90 minutos, también se fue por encima del arco.

Nadie podía creerlo. La prensa internacional lo bautizó como “el peor partido de la historia de un delantero”, y la imagen de Palermo tapándose la cara dio la vuelta al mundo.

El peso del fracaso

Cualquier otro jugador hubiera quedado marcado para siempre. Fallar un penal en la Selección puede ser una carga; fallar tres en un mismo partido parecía una condena eterna.

Los periodistas no tuvieron piedad: los diarios hablaban de “papelón histórico”, y muchos pensaban que Palermo no volvería a vestir la celeste y blanca.

Sin embargo, en lugar de derrumbarse, el delantero hizo lo que siempre supo hacer: levantar la cabeza y seguir peleando.

El apoyo de la gente de Boca

En Buenos Aires, mientras los críticos lo castigaban, la hinchada de Boca lo recibió de otra manera. Para los xeneizes, Palermo era mucho más que esa noche desafortunada: era el goleador incansable que había llevado al club a la gloria en el campeonato local y en la Copa Libertadores.

En la Bombonera, lejos de los silbidos, se escuchaba un grito ensordecedor: “¡Palermo, Palermo!”. El pueblo bostero lo abrazó como solo Boca sabe hacerlo, transformando la derrota en orgullo.

La revancha eterna

Palermo respondió como mejor sabía: con goles inolvidables.

En el año 2000, volvió de una rotura de ligamentos y le marcó un gol a River en la Copa Libertadores en su primer partido tras la lesión.

Ese mismo año, fue clave en la final Intercontinental contra el Real Madrid en Tokio, donde convirtió el 2-0 parcial que terminaría dándole la copa al Xeneize.

A lo largo de su carrera en Boca, anotó 236 goles oficiales, convirtiéndose en el máximo artillero de la historia del club en el profesionalismo.

Cada uno de esos goles fue borrando las críticas y transformando aquella noche negra de 1999 en un capítulo más de la novela que lo consagró como ídolo eterno.

El regreso a la Selección

Increíblemente, diez años después, Palermo tendría su revancha también con la camiseta argentina.

En octubre de 2009, con la Selección dirigida por Diego Maradona al borde de quedar afuera del Mundial de Sudáfrica, Palermo entró contra Perú en el Monumental bajo una lluvia torrencial. A los 93 minutos, con el partido empatado 1-1, la pelota le quedó servida y el “Titán” marcó el 2-1 definitivo que mantuvo vivo el sueño argentino.

El estadio explotó, Maradona se tiró de cabeza al césped en el festejo, y el nombre de Palermo volvió a ser coreado por todo un país. Era la revancha soñada: del papelón de 1999 al héroe de 2009.

La historia de los tres penales errados en la Copa América 1999 demuestra que, en la vida y en el fútbol, no todo es éxito. También hay caídas, tropiezos y momentos oscuros. Pero lo que define a un verdadero ídolo no es cuántas veces cae, sino cómo se levanta.

Palermo convirtió aquel episodio doloroso en parte de su leyenda. Para los hinchas de Boca, no es un recuerdo de burla, sino la prueba de que su ídolo era humano, que también podía fallar… y que, pese a todo, siempre volvía a levantarse más fuerte.

Por eso, cuando alguien recuerda aquella noche en Paraguay, los bosteros responden con orgullo: “Sí, erró tres penales… pero también metió cientos de goles que nos hicieron felices”.

Y así, de un fracaso histórico, nació una parte fundamental del mito del Titán de la Bombonera.

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