COPA LIBERTADORES

Para Boca, pasó River, llega Santos

Para Boca, pasó River, llega Santos
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¿Cuánto sabes de Riquelme?

El panorama que dejó el clásico pensando en la Libertadores.

Once contra once, Boca ganó 1 a 0. Diez contra diez, Boca también ganó 1 a 0. Diez contra once, River ganó 2 a 0.

En relación con el último partido de la Copa Libertadores Boca repitió sólo cuatro jugadores en su formación inicial: Andrada, Izquierdoz, Campuzano y Villa.

En relación con el último partido de la Copa Libertadores, River repitió en la formación inicial ocho jugadores: Armani, Montiel, Rojas, Díaz, Zuculini, De la Cruz, Borré y Carrascal.

“Son datos duros”, dicen los boquenses más fanas mirando el vaso medio lleno del empate 2-2 en la Bombonera que, según aseguran, los deja con el animo retemplado para los partidos contra el Santos que es lo que más les interesa.

Si en cambio analizan otros datos igualmente duros o más flexibles que dejó el enfrentamiento por la Copa Maradona se empezarán a ahogar en el medio vaso vacío: River le manejó la pelota (78 por ciento de posesión), dejó una mejor imagen en casi todo el desarrollo del partido y desnudó grietas defensivas, falta de juego en la mitad de la cancha y detalles tácticos que siguen demostrando que Boca está más enfocado en lo que puede hacer el rival que en sus propias posibilidades. El complejo de inferioridad se nota mucho cuando se oberva que Russo lo saca a Cardona de la posición en la que se encuentra más cómodo para volcarlo sobre la derecha de modo tal que Villa puede jugar sobre el otro lado más que nada para controlar las subidas de Montiel. Vale preguntarse si no hubiese sido más lógico ponerlo a Obando si lo que se pretendía era recorrer de punta a punta a punta el andarivel.

El superclásico dejó algunos puntos de contacto con la final de Madrid aunque se trate de otros nombres y, en el caso de Boca, de otro técnico. Se apuesta a jugadas aisladas confiando en el potencial ofensivo individual; se mete pata cruzando los límites (Barrios en Madrid, Campuzano en la Bombonera) para demostrar fortaleza física y se asume el rol de dominado manteniendo el orden defensivo como premisa. Se podrá argumentar que no están dadas las condiciones para jugarle de igual a igual a un equipo consolidado como el de River, pero eso suena más que nada a excusa. Boca parte de la idea de que hay que vestirse con una pesada armadura defensiva, aun sabiendo que eso dificultará después los movimientos de ataque. Villa fue la excepción de la regla: cumplió con el pedido de taparlo a Montiel y fue decisivo en ataque. El colombiano logró lo que tanto se le reclamaba (frialdad para la definición, con toque exquisito) y redondeó un partidazo. Fue el más iluminado de un equipo que funciona con flashes y relámpagos (el gol de Wanchope, el jugadón de Tevez antes del 2 a 2) pero que deja la sensación que eso no será suficiente en una hipotética final con River o en las semis contra el Santos. Entre los déficits de Boca también hay que anotar la turbia relación de Zárate con sus compañeros y en especial con Wanchope, que estalló en pleno partido como una gran actuación para las cámaras. Zárate, que es un gran jugador, no tiene continuidad y está empeñado en demostrar su capacidad en las oportunidades que le toca entrar pero en los últimos tiempos las desaprovecha una a una. Ábila no le pasó la pelota en un contraataque fulminante, un poco por torpeza y otro poco porque Armani lo atoró bien, pero Zarate entendió que no se la había dado deliberadamente e hizo público y notorio su malestar. No ayudan esos gestos.

Boca, que viene de una maratón de partidos muy intensa, guardó a Salvio, Fabra y López, mientras espera por la recuperación del Pulpo González para poner en la cancha contra el Santos al mismo equipo que le ganó a Racing. Sus posibilidades se van a acrecentar si toma el partido de ida con el mismo ánimo y una convicción similares a las que mostró en aquel encuentro de cuartos de final. Si Villa y Salvio están más para desequilibrar que para amortiguar al rival; si Tevez puede exhibir un poco más seguido jugadas de jerarquía como la del empate definitivo, a Santos se la va a hacer difícil.

El equipo brasileño sostenido con jóvenes de mucho talento (Kaio Jorge de 18, Vinicius Balieiro de 21, Lourenço de 19) y un indiscutible crack como Marinho, de 30 años, tiene un técnico muy bicho Cuca, que viene tomando nota de los altibajos y los vaivenes de Boca. El DT les debe haber advertido a sus jugadores, para motivarlos, que aquí se habla, apresuradamente de la superfinal argentina en el Maracaná. Los 180 minutos contra Santos le ponen a Boca la vara muy alta.

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