WILMAR BARRIOS

Estoy hecho para Boca

Estoy hecho para Boca
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¿Cuánto sabes de Riquelme?

Idolatrado por la Bombonera, elegido revelación por sus compañeros y amado en Cartagena, Barrios encontró su lugar en el mundo...

Habla la Bombonera. “Olé, olé, Negro, Negro”, dice mientras hace temblar el piso, identificando en el 16 que juega de 5 la actitud que tendría cada uno de los miles que dejan la vida en la tribuna si tuviesen la posibilidad de ponerse por un minuto esa camiseta. Y si los aplausos son síntomas de aprobación, defender la pelota (que no es otra cosa que defender los colores o a sus compañeros) vale más que los goles de Benedetto, la claridad y el sentido de pertenencia de Gago o las gambetas de Centurión.

Habla el vestuario. “Creo que la revelación fue Wilmar. No venía jugando, le tocó entrar en un momento complicado y se adaptó muy bien a lo que tenía que hacer”, conceptualiza Agustín Rossi. Y lo avalan Silva, Benedetto, Zuqui, Pablo Pérez, Magallán, Vergini, Fabra, Pavón y Sebastián Pérez. Salvo dudosas excepciones (Centurión, bastante en broma y poco en serio, votó al Pérez argentino), fue triunfo y rozando la unanimidad.

Habla Colombia. En el aeropuerto de Cartagena lo reciben amigos, familiares cercanos y lejanos, su abuela/mamá Cilia se le cuelga y lo besa, todos con banderas colombianas y de Boca, festejan con él un título que los representa y sienten tan cercano como en los años más dorados les pasó a los Bermúdez, Serna y Córdoba. En Cartagena, también conocida como La Heroica, y en Ibagué, de donde es su mujer, el campeón pasa sus vacaciones.

Habla Wilmar Barrios. “Creo que por el modo de juego, la historia que tiene el club... Sí, estoy hecho para Boca. La hinchada se ha identificado conmigo y para mí es una obligación responderles desde adentro de la cancha”, dice. Y parece que no se equivoca ni un poquito...

-¿Esperabas que el festejo siguiera en Colombia con ese recibimiento?

-No, no lo esperaba. Esperaba que mi familia me buscara, pero no todo ese festejo. Me puso contento, estoy agradecido por todas estas cosas lindas. No esperaba esta celebración en mi tierra.

-¿Qué te dicen de tu conquista en la Bombonera?

-Todos los que me apoyan están muy felices. Miran siempre los partidos, están informados de lo que pasa. Más allá de los malos momentos, más allá de las críticas, hay un Dios que marca el camino. Uno trata de tener esa fe para seguir trabajando.

-¿Y cómo lo explicás? No es lo habitual lo que pasó con vos...

-Me pone contento, sólo tengo palabras de agradecimiento para un hinchada que se merece eso y mucho más. El título es para ellos porque cada domingo vienen a la cancha a alentarnos, ganemos, perdamos o empatemos. Siempre están alentando, siempre están ahí. Y es muy importante.

-¿Por qué pensás que se generó tanta identificación?

-Hay un estilo de 5 al que le ha ido muy bien en el club. Yo sólo trato de aportar mi granito de arena en cuanto me toque, y eso fue lo que hice durante este torneo: dejar la piel por estos colores, por el club y por mis compañeros, y la gente lo reconoce. Es algo muy lindo, es la primera vez que estoy viviendo todo el cariño de la gente. Igual, me mantengo tranquilo, sin despegar los pies de la tierra, sin perder la humildad.

-¿Es raro sentirse ídolo con tan pocos partidos?

-Creo que lo que estoy marcando es una huella. Ídolos son los que han ganado todo con Boca. Lo que quiero es hacer mi historia, por eso estoy agradecido con la hinchada que siempre creyó en mí y me apoyó aun cuando no jugaba.

-¿Supiste aprovechar tu período de adaptación para rendir de la manera en que lo hiciste en la parte más decisiva por el campeonato?

-La verdad es que siempre he sido tranquilo y me mantuve así. Esperé mi oportunidad trabajando mucho en el día a día, apoyándome en mis compañeros porque esto es una familia, hay una unión muy grande entre cada uno de nosotros que llevó a fortalecernos en los momentos difíciles. En el campeonato fui de menos a más. El sacrificio, la confianza y la constancia que tuve me dieron los méritos para sumar al equipo. Ahora puedo disfrutar de la familia y las vacaciones muy contento.

Disfrutar, dice. Y mientras visita su ciudad y la de su novia, no se olvida de sus raíces. El Wilmar (o Wilmitar, como suelen llamarlo sus familiares en la intimidad) que apenas podía soñar con jugar en Primera se crió en La Candelaria, un barrio más que humilde en Cartagena (no sólo eso:lo hizo en la zona más marginal). Abandonado por su padre y con su madre viviendo en Venezuela, quedó a cargo de su abuela Cilia y amparado por un programa para chicos en situación de vulnerabilidad que le permitió desarrollar su pasión por el fútbol. El problema es que muchas veces ni siquiera tenía dinero para viajar en colectivo hasta los entrenamientos y, sin haber cumplido diez años, se la arreglaba como podía. No eran pocas las veces que llenaba bolsitas con agua o jugo para congelarla, venderla y así pagarse el colectivo para ir a entrenar. Antes de volver a la Argentina, como cada vez que visita su ciudad, se acerca a charlar con los chicos que supieron estar en la misma situación que él y a quien no sólo lo ven como la figura de Boca y su selección, sino como un emblema de superación. “Poder representar a mi país es un orgullo. Es por eso que sueño con estar en el Mundial”, cuenta.

-Serna entró en la historia de Boca jugando casi cinco años en el club. ¿Vos apostarías por quedarte mucho tiempo?

-Uno puede ser feliz aquí, no te falta nada. Estando en un equipo tan grande como es Boca, teniendo la posibilidad de vivirlo, a nadie le da ganas de irse. Voy a seguir en el club, no pienso irme, quiero quedarme muchos años más y ojalá que así sea.

-¿Dejás la vida en cada pelota o parece?

-No parece... En cada pelota dejo todo. Para recuperarla, para que no nos ataquen y para poder ganar. Lo más importante para mí es que me siento respaldado por mis compañeros y ellos se sienten respaldados por mí. Así todo es más fácil.
-¿El sueño es que la consagración llegue en la Copa Libertadores?

-Sí, es un sueño. Quisiera que podamos hacer una Libertadores importante.

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