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SUPERCLASICO

Boca-River: El superclásico de la pasión
Junto al Real Madrid-Barça, se trata sin duda alguna del superclásico más famoso del mundo.
Boca-River, cuatro sílabas que resuenan y nos transportan al epicentro del fútbol entendido como pasión. El domingo 11 de diciembre se disputará una nueva edición de este choque legendario en el que han participado Alfredo Di Stéfano, Diego Maradona, Juan Roman Riquelme o Enzo Francescoli entre otros.
¿Qué es lo que debe hacer un aficionado al deporte antes de morir? En 2004, al celebrar su medio siglo de existencia, el periódico inglés The Observer se hacía esta pregunta. La lista recogía 50 experiencias que nadie debería perderse. Un partido definido como 'una revuelta llena de colores, ruido y energía' ocupaba el primer lugar de esa lista: Boca-River, el superclásico argentino. Un partido que divide el país albiceleste, pero que por encima de todo, se trata de un trance colectivo y un ritual a nivel nacional que sigue fascinando al mundo. Por un lado, los colores amarillo y azul de un club con raíces populares, encarnado por la figura de Diego Maradona. Por otro lado, la elegancia de la franja roja de la entidad que ha dado al mundo o consagrado tantos estetas: Alfredo Di Stéfano, Omar Sivori (balón de oro en 1961) o Enzo Francescoli, por citar a algunos. La Bombonera, el que posiblemente sea el estadio más emblemático del mundo. El Estadio Monumental, el mayor estadio de Argentina (con capacidad para 68 000 espectadores). En los dos templos del fútbol: confeti, tifos dantescos y salmos profanos entonados hasta la saciedad. Excelencia futbolística y fervor incomparable son los pilares sobre los que asienta el Boca-River en la jerarquía de los superclásicos.
Un clásico, al menos en su origen, es siempre un enfrentamiento entre dos mundos. Sin embargo, Club Atlético River Plate y Club Atlético Boca Juniors, sus nombres completos, nacieron en el mismo lugar a principios del siglo XX.
En el barrio de La Boca, una zona portuaria habitada por inmigrantes italianos, en su mayoría de Génova. De ahí deriva el apodo con el que se conoce a los seguidores del club azul y amarillo: 'Xeneize'. Pero la convivencia entre los dos rivales durará poco. Cuando River se marchó de La Boca para instalarse en los barrios del norte de Buenos Aires, con un nivel social más alto, cada club adoptó su propia identidad. El enfrentamiento entre los dos gigantes en gestación se convertirá en un duelo entre el Buenos Aires popular y el de los Millonarios, apodo de los seguidores del River Plate. Con el tiempo, la frontera sociológica irá desapareciendo poco a poco, pero la rivalidad se mantendrá intacta. El enfrentamiento de los dos clubes más populares del país se convierte incluso en el extranjero en el símbolo de la intensidad incomparable con la que se vive el fútbol en Argentina, y más concretamente en Buenos Aires, un área metropolitana que cuenta con 14 clubes de primera división.
En 1931 se disputó el primer partido profesional entre los dos clubes. Un partido que se suspendería porque tres jugadores del River fueron expulsados pero se negaron a abandonar el terreno de juego mientras que los dos equipos estaban empatados (1-1). Esa será la tónica general de estos partidos. El superclásico se trata de una lucha entre gladiadores alentados por sus seguidores, pero reducirlo todo a una dimensión belicosa sería olvidar que sus mejores actores son los que le han otorgado buena parte de su prestigio. Aunque no son muchos los héroes del Boca Juniors, destacan por ser puramente argentinos: Maradona, sin duda pero también Juan Roman Riquelme o Carlos Tévez, al que llaman 'el jugador del pueblo' y que prefirió abandonar la Juventus en el verano de 2015 para volver al equipo de los suyos y defender los colores del club de su corazón. Cuando Tévez fue presentado en la Bombonera delante de unas 50 000 personas, Maradona quiso manifestar su alegría: colgó una bandera en su palco para agradecerle al Apache el que hubiera vuelto. Boca Juniors posee la cultura del hombre providencial y podría compararse a la fascinación del país por el general Juan Perón, presidente de Argentina de 1946 a 1955 y de 1973 a 1974.
Los seguidores bosteros, apodo despectivo que se refiere, según la versión popular, al olor de los excrementos que había en el barrio de La Boca cuando se inundaba, se enorgullecen de seguir a un equipo que sabe jugar los partidos decisivos, como demuestran las 6 Copas Libertadores que decoran su vitrina. River Plate, que solo puede atribuirse 3 Copas Libertadores (1986, 1996, y 2015), ha heredado el apodo de 'gallina', tras haber perdido en 1966 la final de la Copa Libertadores contra el club uruguayo Peñarol, cuando los argentinos ganaban por dos a cero. Los Millonarios prefieren recordar que el club tiene por tradición ganar con su estilo. Se reivindica también la excelencia de su escuela de fútbol, de donde han salido innumerables talentos: Di Stefano, Hernan Crespo, Ramón Díaz, Ariel Ortega, Javier Mascherano, Pablo Aimar o Gonzalo Higuaín. Los Millonarios también se han hecho famosos en el mundo, Radamel Falcao, Marcelo Salas, ou Enzo Francescoli, ídolo de Zinedine Zidane y director en la actualidad de los Millonarios. En el River, la tradición del juego limpio está arraigada desde los logros de la Máquina, un equipo revolucionario y brillante que dominó el fútbol en los años 40. La Máquina, liderada por el quinteto ofensivo formado por Carlos Muñoz, Adolfo Pedernera, Angel Labruna (el mayor goleador de la historia de River), Félix Loustau y José Manuel Moreno, un jugador idolatrado por Alfredo Di Stefano, que ya anticipaba lo que llegaría a ser en Europa el Real Madrid de… Di Stéfano. Una máquina de sueños cuya reputación traspasaría con creces las fronteras de su país.

El domingo en el Estadio Monumental, la recepción de los dos equipos será paroxística, como mandan los cánones. Un momento de trance absoluto. Sin embargo, en el extranjero, cuando se hace referencia al duelo entre los dos grandes gigantes del fútbol argentino (35 victorias para River y 24 para Boca), se piensa en el estadio Alberto J. Armando, conocido como 'la Bombonera', el estadio del Boca. Un recinto dantesco, con tribunas con una verticalidad muy pronunciada y en las que se emplea al máximo el 'duodécimo hombre', una expresión que puede atribuirse a Boca. 'Cuando se dice que el terreno de la Bombonera tiembla, no es una expresión, es una realidad', declaraba a ESPN, el exjugador del River, Hernán Crespo. 'La primera vez que jugué allí, pensé que mis piernas temblaban pero no era así'. Para César Luis Menotti, seleccionador de la selección argentina que ganó el mundial de 1978, '«la Bombonera es un escenario increíble, comparable a La Scala de Milán o la Ópera de París'. Hoy en día, para los turistas amantes del fútbol, el estadio del Boca es un lugar de visita obligada tan importante como la Avenida 9 de julio o el barrio de San Telmo.
Los dos mejores clubes de América del Sur, según Conmebol, se han enfrentado un total de 197 veces desde el debut de la era profesional: 72 victorias para el Boca Juniors, 63 para el River Plate y 62 empates. En esta historia tan rica como tumultuosa, destaca sobre todo un superclásico del 10 de abril de 1981, el primero de Maradona, donde marcó su primer gol, gracias a una maravillosa lucidez iniciada con un control de la pelota tan exquisito como acrobático. Dieciséis años más tarde, el 25 de octubre de 1997, El Pibe de Oro jugará su último clásico y que será también el último partido de su carrera. Boca ganó en el terreno de River (1-2), pero Maradona se fue al banquillo en el segundo tiempo y fue sustituido por Juan Roman Riquelme, su sucesor en el corazón de los Xeneizes. En lo referente al River, podemos señalar la significativa victoria del 11 de diciembre de 1994 (0-3), que dio mucho que hablar sobre la cultura de juego del club con la diagonal de color rojo. En la Bombonera, los tres goles fueron marcados por tres números 10: Enzo Francescoli, Marcelo Gallardo y Ariel Ortega. En estos momentos y con un fútbol argentino empobrecido, los superclásicos carecen de una buena parte de sus talentos, siendo Carlos Tévez la excepción. Pero cuando los dos equipo entrarán al terreno de juego, el recibimiento preparado por los hinchas millonarios nos recordarán, incluso antes del saque inicial, la razón por la que el River-Boca sigue fascinando y es seguido por personas en todo el mundo.
Un clásico, al menos en su origen, es siempre un enfrentamiento entre dos mundos. Sin embargo, Club Atlético River Plate y Club Atlético Boca Juniors, sus nombres completos, nacieron en el mismo lugar a principios del siglo XX.
En el barrio de La Boca, una zona portuaria habitada por inmigrantes italianos, en su mayoría de Génova. De ahí deriva el apodo con el que se conoce a los seguidores del club azul y amarillo: 'Xeneize'. Pero la convivencia entre los dos rivales durará poco. Cuando River se marchó de La Boca para instalarse en los barrios del norte de Buenos Aires, con un nivel social más alto, cada club adoptó su propia identidad. El enfrentamiento entre los dos gigantes en gestación se convertirá en un duelo entre el Buenos Aires popular y el de los Millonarios, apodo de los seguidores del River Plate. Con el tiempo, la frontera sociológica irá desapareciendo poco a poco, pero la rivalidad se mantendrá intacta. El enfrentamiento de los dos clubes más populares del país se convierte incluso en el extranjero en el símbolo de la intensidad incomparable con la que se vive el fútbol en Argentina, y más concretamente en Buenos Aires, un área metropolitana que cuenta con 14 clubes de primera división.
En 1931 se disputó el primer partido profesional entre los dos clubes. Un partido que se suspendería porque tres jugadores del River fueron expulsados pero se negaron a abandonar el terreno de juego mientras que los dos equipos estaban empatados (1-1). Esa será la tónica general de estos partidos. El superclásico se trata de una lucha entre gladiadores alentados por sus seguidores, pero reducirlo todo a una dimensión belicosa sería olvidar que sus mejores actores son los que le han otorgado buena parte de su prestigio. Aunque no son muchos los héroes del Boca Juniors, destacan por ser puramente argentinos: Maradona, sin duda pero también Juan Roman Riquelme o Carlos Tévez, al que llaman 'el jugador del pueblo' y que prefirió abandonar la Juventus en el verano de 2015 para volver al equipo de los suyos y defender los colores del club de su corazón. Cuando Tévez fue presentado en la Bombonera delante de unas 50 000 personas, Maradona quiso manifestar su alegría: colgó una bandera en su palco para agradecerle al Apache el que hubiera vuelto. Boca Juniors posee la cultura del hombre providencial y podría compararse a la fascinación del país por el general Juan Perón, presidente de Argentina de 1946 a 1955 y de 1973 a 1974.
Los seguidores bosteros, apodo despectivo que se refiere, según la versión popular, al olor de los excrementos que había en el barrio de La Boca cuando se inundaba, se enorgullecen de seguir a un equipo que sabe jugar los partidos decisivos, como demuestran las 6 Copas Libertadores que decoran su vitrina. River Plate, que solo puede atribuirse 3 Copas Libertadores (1986, 1996, y 2015), ha heredado el apodo de 'gallina', tras haber perdido en 1966 la final de la Copa Libertadores contra el club uruguayo Peñarol, cuando los argentinos ganaban por dos a cero. Los Millonarios prefieren recordar que el club tiene por tradición ganar con su estilo. Se reivindica también la excelencia de su escuela de fútbol, de donde han salido innumerables talentos: Di Stefano, Hernan Crespo, Ramón Díaz, Ariel Ortega, Javier Mascherano, Pablo Aimar o Gonzalo Higuaín. Los Millonarios también se han hecho famosos en el mundo, Radamel Falcao, Marcelo Salas, ou Enzo Francescoli, ídolo de Zinedine Zidane y director en la actualidad de los Millonarios. En el River, la tradición del juego limpio está arraigada desde los logros de la Máquina, un equipo revolucionario y brillante que dominó el fútbol en los años 40. La Máquina, liderada por el quinteto ofensivo formado por Carlos Muñoz, Adolfo Pedernera, Angel Labruna (el mayor goleador de la historia de River), Félix Loustau y José Manuel Moreno, un jugador idolatrado por Alfredo Di Stefano, que ya anticipaba lo que llegaría a ser en Europa el Real Madrid de… Di Stéfano. Una máquina de sueños cuya reputación traspasaría con creces las fronteras de su país.

El domingo en el Estadio Monumental, la recepción de los dos equipos será paroxística, como mandan los cánones. Un momento de trance absoluto. Sin embargo, en el extranjero, cuando se hace referencia al duelo entre los dos grandes gigantes del fútbol argentino (35 victorias para River y 24 para Boca), se piensa en el estadio Alberto J. Armando, conocido como 'la Bombonera', el estadio del Boca. Un recinto dantesco, con tribunas con una verticalidad muy pronunciada y en las que se emplea al máximo el 'duodécimo hombre', una expresión que puede atribuirse a Boca. 'Cuando se dice que el terreno de la Bombonera tiembla, no es una expresión, es una realidad', declaraba a ESPN, el exjugador del River, Hernán Crespo. 'La primera vez que jugué allí, pensé que mis piernas temblaban pero no era así'. Para César Luis Menotti, seleccionador de la selección argentina que ganó el mundial de 1978, '«la Bombonera es un escenario increíble, comparable a La Scala de Milán o la Ópera de París'. Hoy en día, para los turistas amantes del fútbol, el estadio del Boca es un lugar de visita obligada tan importante como la Avenida 9 de julio o el barrio de San Telmo.
Los dos mejores clubes de América del Sur, según Conmebol, se han enfrentado un total de 197 veces desde el debut de la era profesional: 72 victorias para el Boca Juniors, 63 para el River Plate y 62 empates. En esta historia tan rica como tumultuosa, destaca sobre todo un superclásico del 10 de abril de 1981, el primero de Maradona, donde marcó su primer gol, gracias a una maravillosa lucidez iniciada con un control de la pelota tan exquisito como acrobático. Dieciséis años más tarde, el 25 de octubre de 1997, El Pibe de Oro jugará su último clásico y que será también el último partido de su carrera. Boca ganó en el terreno de River (1-2), pero Maradona se fue al banquillo en el segundo tiempo y fue sustituido por Juan Roman Riquelme, su sucesor en el corazón de los Xeneizes. En lo referente al River, podemos señalar la significativa victoria del 11 de diciembre de 1994 (0-3), que dio mucho que hablar sobre la cultura de juego del club con la diagonal de color rojo. En la Bombonera, los tres goles fueron marcados por tres números 10: Enzo Francescoli, Marcelo Gallardo y Ariel Ortega. En estos momentos y con un fútbol argentino empobrecido, los superclásicos carecen de una buena parte de sus talentos, siendo Carlos Tévez la excepción. Pero cuando los dos equipo entrarán al terreno de juego, el recibimiento preparado por los hinchas millonarios nos recordarán, incluso antes del saque inicial, la razón por la que el River-Boca sigue fascinando y es seguido por personas en todo el mundo.
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