Los Mellizos Barros Schelotto, especialistas derribando mitos

Y si poder contratar a gusto es lo que potencia a un plantel, tampoco esas son cuestiones que solucionen la ecuación. Por la Bombonera y en el Compejo Pedro Pompilio, no se ajustan a las máximas y siguen su camino. Y dan sobradas muestras de que contar con tiempo para trabajar no es garantía de nada y tener refuerzos que cuestan millones de dólares tampoco. Porque Guillermo Barros Schelotto, tuvo más de 40 días para preparar la semifinal de la última Copa Libertadores y su equipo estuvo lejos de mostrarse poderoso y claro en su idea. Y tuvo cuatro meses para concentrarse en el debut del torneo, ajustar sistemas y Boca lució justamente como un grupo sin tener demasiado claro hacia dónde debe ir. Ah, trajo nueve refuerzos y tampoco pudo tener un salto significativo.

Resulta complejo comprender por qué los Mellizos determinaron utilizar casi los mismos elementos que compusieron a un plantel que en el último torneo se mostró liviano y sin demasiados argumentos para pelear por el título local. Necesitaban que fuese diferente el escenario, porque venían del golpazo con Independiente del Valle, donde fallaron en todas las determinaciones y anoche lo volvieron a hacer. Jugó con casi los mismos de siempre y perdió en su debut y jugó definitivamente mal. Todavía cuesta encontrar motivos para no tener dentro del equipo a jugadores como Zuqui o Centurión.

Nadie podrá negarles a Guillermo y a Gustavo que supieron cómo domar egos dentro del vestuario y que supieron cómo hacer una cuidadosa cirugía para conformar un nuevo plantel. Es mérito de ellos traer un poco de calma dentro de un grupo que solía tener algunas turbulencias y donde reinaban las miradas de reojos entre algunos futbolistas. Pero todo eso nunca fue acompañado por el juego. Todo lo bueno que hicieron afuera, necesario por cierto, no tuvo correlato con una idea clara en la que se pudiese identificar la mano del entrenador.

Fue clara la estrategia que trazaron fuera de la cancha. Sacaron a Orion y a Cata Díaz, que no eran de su gusto y tampoco tenían mucha compatibilidad con Tevez. Todo dentro del marco para reagrupar al plantel y tener el control total del asunto. Bien. Pero cuando entendieron que debían darle la cinta de capitán a Carlos Tevez, un matrimonio que aceptaron contraer por estricta conveniencia, se encontraron con que su líder no está tan cómodo con la propuesta y que además parece estar en una frecuencia diferente a la pretendida, que incluye declaraciones que están lejos de ser saludables en el comienzo de torneo.

Está claro que Guillermo y Gustavo que no se casan con lo que impone el fútbol. Ellos hacen a su gusto y deshacen de la misma manera. El asunto es que no estarían pudiendo imponer su condiciones en el lugar donde las cosas se deciden: con la pelota y dentro de la cancha.