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SCHELOTTO

Gana, gusta y Guillermo
Boca mostró señales de que la idea del técnico empieza a prender.
Centurión fue la figura, bien acompañado por Pavón y Bou. Tevez se estaba sumando a la fiesta pero se hizo echar tontamente. ¿Belgrano? Bien, gracias.
No es una actuación para romperse las manos ni para entrar al laburo pateando tachos de basura. Ojo el de ayer no es un triunfo para minimizar, sí para festejar en silencios, porque Boca regó la cancha de pequeñas buenas señales que compran tiempo, que nutren de credibilidad a la mirada del técnico, que apuntalan liderazgos emergentes. La primera flor no significa que el invierno se terminó, pero es un indicio de primavera. Eso es lo que pasó ayer en la Bombonera: la confirmación de que la idea de los Schelotto empieza a tomar forma y, quizá lo más importante, que parece haber jugadores para respaldarla. Boca construyó su victoria con las armas que los mellizos quieren y con los futbolistas que ellos fueron a buscar o hicieron suyos: Vergini fue el líder de la defensa, Centurión el jugador más desequilibrante, Pavón aportó velocidad que suma, Bou jugó para todos, el doble cinco anduvo. Tevez es un caso aparte, pero se movió bien atrás del nueve, hizo un golazo, metió pases entre líneas... Sólo debe estabilizar sus demonios internos.
El tiempo dirá si Boca será un buen equipo algún día, pero para que eso pase necesitará de actuaciones como la de ayer, estaciones intermedias de rendimientos ascendentes que lo vayan llevando a ganar partidos importantes primero, a ganar campeonatos después.
Los primeros 20 minutos de Boca, sin embargo, fueron soporíferos. Ahí hay una lección que el equipo tiene que aprender: esta forma de jugar necesita de intensidad alta, de ritmo sostenido, de cierto caos ordenado. Si Boca cree que va a ganar jugando al tranco es un sinsentido. Tanto, como tener al mejor Riquelme y jugar a pelotazo limpio. Boca empezó a despertar desde la atrevida habilidad de Centurión. Su cambio de ritmo repentino, su capacidad en el uno contra uno le abrió huecos a Tevez, contagió a Pavón, encontró a Bou. Ante un rival que sólo se dedicó a defender (hace 15 días que no hay fútbol y Teté González guardó jugadores para un partido que se jugará el jueves, insólito), Guillermo dejó dos defensores atrás (Vergini-Tobio), mandó los dos laterales al ataque, y con los dos volantes centrales bien plantados y presionando, se vio lo mejor de Boca. Precisión en velocidad, vértigo con sentido colectivo, profundidad. La roja de Carlitos arruinó la receta, porque amén del golazo de Pavón, el partido cambió. Ahí Boca fue vivo para retrasar un poco a los extremos y el complemento estuvo de más. Gana, gusta y Guillermo. No está mal por ahora.
El tiempo dirá si Boca será un buen equipo algún día, pero para que eso pase necesitará de actuaciones como la de ayer, estaciones intermedias de rendimientos ascendentes que lo vayan llevando a ganar partidos importantes primero, a ganar campeonatos después.
Los primeros 20 minutos de Boca, sin embargo, fueron soporíferos. Ahí hay una lección que el equipo tiene que aprender: esta forma de jugar necesita de intensidad alta, de ritmo sostenido, de cierto caos ordenado. Si Boca cree que va a ganar jugando al tranco es un sinsentido. Tanto, como tener al mejor Riquelme y jugar a pelotazo limpio. Boca empezó a despertar desde la atrevida habilidad de Centurión. Su cambio de ritmo repentino, su capacidad en el uno contra uno le abrió huecos a Tevez, contagió a Pavón, encontró a Bou. Ante un rival que sólo se dedicó a defender (hace 15 días que no hay fútbol y Teté González guardó jugadores para un partido que se jugará el jueves, insólito), Guillermo dejó dos defensores atrás (Vergini-Tobio), mandó los dos laterales al ataque, y con los dos volantes centrales bien plantados y presionando, se vio lo mejor de Boca. Precisión en velocidad, vértigo con sentido colectivo, profundidad. La roja de Carlitos arruinó la receta, porque amén del golazo de Pavón, el partido cambió. Ahí Boca fue vivo para retrasar un poco a los extremos y el complemento estuvo de más. Gana, gusta y Guillermo. No está mal por ahora.
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