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SCHELOTTO

Cómo le jugó Guillermo Barros Schelotto al River de Gallardo
Los dos enfrentamientos entre ambos DTs finalizaron 1-1.
El Mellizo enfrentó dos veces al equipo del Muñeco con Lanús y en ambas repitió la fórmula: le dejó la pelota al rival y esperó de contragolpe.
Hasta que Lanús recibió a River por la novena fecha del Campeonato de Primera División 2014, Marcelo Gallardo y Guillermo Barros Schelotto solamente se habían cruzado una vez en una cancha sin que el Muñeco jugara en el Millonario y el Mellizo, en Boca. Fue en el año 2008, cuando ambos estaban en la MLS estadounidense y el Columbus Crew del siete se midió contra DC United del diez. Antes, ni siquiera habían coincidido en algún duelo del Millonario contra Gimnasia La Plata a mediados de la década de 1990. Este domingo, finalmente, esa fuerte rivalidad bien entendida, que se vive dentro del campo de juego pero no se traslada fuera -ambos comentaron públicamente que tienen una buena relación- y que tuvo su pico de tensión en aquella semifinal de Copa Libertadores en 2004, volverá a editarse en el Monumental luego de diez años (el último Superclásico en el que se enfrentaron fue el 1-1 del Clausura 2006 en La Bombonera, en el que los dos ingresaron en el complemento). Y aquel partido en la cancha del Granate, junto al que jugaron en Núñez en el torneo pasado, puede ser una buena medida para saber qué se puede esperar que suceda en el partido.
Esos únicos dos duelos mano a mano que tuvieron Guillermo y Gallardo como entrenadores fueron muy parecidos entre sí: ambos terminaron 1-1 después de que Lanús se pusiera en ventaja en la primera parte y River lo empatara en el complemento. A pesar de que su equipo intentaba ser ofensivo, cuando le tocó jugar contra el Millonario Barros Schelotto demostró su capacidad de plantear los encuentros según el adversario de turno: en las dos ocasiones le cedió la pelota al rival, buscó cerrarles los circuitos de juego y apostó a lastimar de contragolpe o con alguna pelota parada. Al Muñeco, por su parte, le costó destrabar el cerrojo que le plantearon pero su conjunto logró la igualdad a partir de sus cambios siempre ofensivos.
El duelo de 2014 se dio un 28 de septiembre, cuando el torneo promediaba y el juego que el equipo de Núñez mostraba bajo su nuevo entrenador, que hacía apenas tres meses que había reemplazado a Ramón Díaz, causaba admiración y sorpresa. River era puntero y, si ganaba, podía empezar a cortarse rumbo al título, pero el Granate estaba cerca y con un triunfo quedaba a un solo punto de la cima. De entrada, el mapa del encuentro quedó claro: el visitante tenía la pelota e intentaba jugar por abajo, frente a un rival que buscaba presionar lo más lejos posible de su arco y no dejaba construir el juego. Al final del encuentro, el Millonario tuvo un 61,1 por ciento de la posesión y realizó más de 100 pases más que su rival (462 contra 292), pero el local le interceptó 32 pases, muchos más que los cinco que logró el conjunto de Gallardo.
Lanús logró el 1-0 en una contra rápida, que se definió con 5 toques desde que Carlos Araujo recuperó una pelota contra el lateral derecho hasta que Lautaro Acosta definió cruzado ante Marcelo Barovero, volcado hacia la izquierda del área. Para llegar al empate, el Muñeco se la jugó en el segundo tiempo: armó una línea de tres defensores y terminó el partido con tres delanteros (Teófilo Gutiérrez, Rodrigo Mora y Lucas Boyé) más Leonardo Pisculichi. El gol, sin embargo, llegaría con un remate de afuera de Teo que se desvió en Diego Braghieri.
Para el enfrentamiento de 2015, por la jornada 25, la estrategia defensiva del Mellizo fue mucho más marcada: River terminó el partido con un 71,06 por ciento de posesión, su tercera cifra más alta en todo el campeonato. Y eso que se trató de un encuentro en el que el entrenador decidió jugar con un equipo mayormente alternativo porque en la semana siguiente debía viajar a la altura de Quito por la Copa Sudamericana y que se dio en un momento del torneo en el que el Millonario no terminaba de sacarse la modorra del título en la Libertadores y ya empezaba a tener la cabeza en el Mundial de Clubes.
Otra vez, las estadísticas de juego fueron ampliamente favorables al conjunto de la banda roja. Los pases fueron casi el doble (488 contra 205) y quedó claro que el Granate apostaba al pelotazo para sus delanteros: casi un 30 por ciento de los pases del visitante fueron largos, contra menos de un 10 del local. La ventaja para el equipo de Guillermo llegó casi de la única manera que logró arrimarse: un tremento tiro libre de Nicolás Aguirre que se clavó en el ángulo de Barovero. Para la segunda parte, otra vez Gallardo metió cambios ofensivos y su equipo llegó al empate, también con una pelota parada: tiro libre de Pisculichi y desvío de Mora en el primer palo.
Aunque tangencialmente, esos dos enfrentamientos entre los entrenadores tuvieron una relación con el Superclásico: en 2014, el cruce se dio una fecha antes de que el cuadro de Núñez recibiera al Xeneize (sería 1-1, bajo un diluvio), mientras que el año pasado el conjunto del Sur viajó al Monumental una semana después de que el equipo de Rodolfo Arruabarrena ganara 1-0 en el Antonio Liberti. Esta vez, la coincidencia será exacta, tanto en tiempo como en espacio. Y el fútbol dirá.
Esos únicos dos duelos mano a mano que tuvieron Guillermo y Gallardo como entrenadores fueron muy parecidos entre sí: ambos terminaron 1-1 después de que Lanús se pusiera en ventaja en la primera parte y River lo empatara en el complemento. A pesar de que su equipo intentaba ser ofensivo, cuando le tocó jugar contra el Millonario Barros Schelotto demostró su capacidad de plantear los encuentros según el adversario de turno: en las dos ocasiones le cedió la pelota al rival, buscó cerrarles los circuitos de juego y apostó a lastimar de contragolpe o con alguna pelota parada. Al Muñeco, por su parte, le costó destrabar el cerrojo que le plantearon pero su conjunto logró la igualdad a partir de sus cambios siempre ofensivos.
El duelo de 2014 se dio un 28 de septiembre, cuando el torneo promediaba y el juego que el equipo de Núñez mostraba bajo su nuevo entrenador, que hacía apenas tres meses que había reemplazado a Ramón Díaz, causaba admiración y sorpresa. River era puntero y, si ganaba, podía empezar a cortarse rumbo al título, pero el Granate estaba cerca y con un triunfo quedaba a un solo punto de la cima. De entrada, el mapa del encuentro quedó claro: el visitante tenía la pelota e intentaba jugar por abajo, frente a un rival que buscaba presionar lo más lejos posible de su arco y no dejaba construir el juego. Al final del encuentro, el Millonario tuvo un 61,1 por ciento de la posesión y realizó más de 100 pases más que su rival (462 contra 292), pero el local le interceptó 32 pases, muchos más que los cinco que logró el conjunto de Gallardo.
Lanús logró el 1-0 en una contra rápida, que se definió con 5 toques desde que Carlos Araujo recuperó una pelota contra el lateral derecho hasta que Lautaro Acosta definió cruzado ante Marcelo Barovero, volcado hacia la izquierda del área. Para llegar al empate, el Muñeco se la jugó en el segundo tiempo: armó una línea de tres defensores y terminó el partido con tres delanteros (Teófilo Gutiérrez, Rodrigo Mora y Lucas Boyé) más Leonardo Pisculichi. El gol, sin embargo, llegaría con un remate de afuera de Teo que se desvió en Diego Braghieri.
Para el enfrentamiento de 2015, por la jornada 25, la estrategia defensiva del Mellizo fue mucho más marcada: River terminó el partido con un 71,06 por ciento de posesión, su tercera cifra más alta en todo el campeonato. Y eso que se trató de un encuentro en el que el entrenador decidió jugar con un equipo mayormente alternativo porque en la semana siguiente debía viajar a la altura de Quito por la Copa Sudamericana y que se dio en un momento del torneo en el que el Millonario no terminaba de sacarse la modorra del título en la Libertadores y ya empezaba a tener la cabeza en el Mundial de Clubes.
Otra vez, las estadísticas de juego fueron ampliamente favorables al conjunto de la banda roja. Los pases fueron casi el doble (488 contra 205) y quedó claro que el Granate apostaba al pelotazo para sus delanteros: casi un 30 por ciento de los pases del visitante fueron largos, contra menos de un 10 del local. La ventaja para el equipo de Guillermo llegó casi de la única manera que logró arrimarse: un tremento tiro libre de Nicolás Aguirre que se clavó en el ángulo de Barovero. Para la segunda parte, otra vez Gallardo metió cambios ofensivos y su equipo llegó al empate, también con una pelota parada: tiro libre de Pisculichi y desvío de Mora en el primer palo.
Aunque tangencialmente, esos dos enfrentamientos entre los entrenadores tuvieron una relación con el Superclásico: en 2014, el cruce se dio una fecha antes de que el cuadro de Núñez recibiera al Xeneize (sería 1-1, bajo un diluvio), mientras que el año pasado el conjunto del Sur viajó al Monumental una semana después de que el equipo de Rodolfo Arruabarrena ganara 1-0 en el Antonio Liberti. Esta vez, la coincidencia será exacta, tanto en tiempo como en espacio. Y el fútbol dirá.
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