“Me siento muy feliz al lado de Carlitos”

Ese mismo día, con apenas 20 años, Carlitos hizo uno de los goles más importantes de su carrera, acompañado por el festejo de la gallinita que le costó la expulsión. En esa época, en Berazategui había un pibito que con sus 14 veranos ya entendía lo que significaba dejar afuera de la Libertadores al rival de toda la vida. La alegría, la algarabía. Sin embargo, y aunque tenía (y aún conserva) el corazón azul y oro, probaba suerte en las Inferiores de Arsenal. Así y todo, esa noche, al igual que el pueblo xeneize, Darío Benedetto apretó el puño, gritó y fue Tevez. Y hoy, también el Pipa es Tevez: Guillermo lo paró de faro de área y los juntó. Está formando una sociedad y va dando indicios de que pueden compartir el ataque en la semi de ida contra Independiente del Valle, en Quito. “Me siento muy feliz de jugar al lado de Carlitos, pero me siento más feliz todavía de estar en este club, es lo que siempre quise. Recién esta semana empezamos a hacer trabajos con pelota, ya nos iremos conociendo a medida que pasen las prácticas”, dijo Benedetto en la conferencia en la que fue presentado oficialmente junto a Zuqui y Bou.

La irrupción de Benedetto implica un cambio de roles. Porque el punta de 26 años llegó del América para ser el 9 de Boca. Puesto del que no sólo se habló hasta el hartazgo, sino que además el Apache venía cubriendo. Primero se movieron juntos en un trabajo ofensivo que duró 40’. Siempre, y como en la mayoría de los ensayos desde que se sumó como refuerzo, él de centrodelantero y Tevez atrás, tirado a la derecha. ¿La idea? Capitalizar los centros desde los costados y meterla. La parte más rica se vio en el reducido en el que el Mellizo paró tres equipos. Si bien es cierto que siempre se escuda en sus “mezcladitos” también es una manera de encubrir la intención de apostar por la dupla Tevez-Benedetto. Son señales. “Guillermo me preguntó si podía jugar por afuera y le dije que no tengo problema. Me gusta ser 9, pero también estoy acostumbrado a ser extremo porque en Tijuana lo hacía”, avisó Benedetto, que no es del estilo Palermo, pero que abre la puerta a otra posición.

Con pecheras naranjas, se pararon como le gusta a Barros Schelotto y también en la que el 10 se siente cómodo: detrás de los delanteros, a pesar de que justo ahora se había acostumbrado a “cagarse a palos con los defensores” como hacía Calleri. En el juego se entendieron bárbaro. No sólo desde la complicidad (le protestaron juntos al Mellizo) y los consejos para el recién llegado (“Andá, ahora tocá, pegale sin miedo”). También desde los movimientos (Carlitos la dejó pasar en el área y Orion evitó el gol de Darío) y la confianza: Tevez tomó la pelota para patear su segundo penal -el primero, abajo a la izquierda, adentro-, Benedetto agachó la cabeza como quien sabe que no hay chances de sacárselo al ídolo, y el Apache se lo cedió. Luego, el insulto cuando Orion se lo tapó. “Me gusta la pelota parada. El encargado es Carlitos, aunque si siento confianza se la voy a pedir. Ahí entra su decisión”, se animó el Pipa, que reconoció las “ansias de jugar ya” mientras espera ser el hombre fijo junto al 10 y al tercer atacante, que según la ocasión sería Pavón (¿el ideal?), Pachi Carrizo o Nico Lodeiro. ¿Compartirá el ataque con Tevez mañana en el amistoso ante Olimpia? Guillermo ya se los imagina.