BOCA JUNIORS
Boca es un sufrimiento
Arrancó como para golear y terminó pidiendo la hora. El DT volvió a equivocarse: tardó en hacer cambios y los hizo mal. Ojo: en lo que viene no se puede fallar.
Que la Bombonera gana partidos no es nuevo.
Alguna vez atajó un penal, en otras se puso el equipo al hombro de su aliento para torcer alguna historia esquiva. Y también aguanta, también defiende. No fueron sólo las manos Brey las que le taparon el gol a Ruben a los 52 minutos del segundo tiempo. Fueron las manos de todos. Y fueron los gritos ensordecedores de la gente los que aturdieron al viejo goleador en ese instante innecesario de drama. Eso sí: no hay derecho a abusar de este modo de la mística del estadio, de su gente, cuando el partido aparecía resuelto en el primer cuarto de hora.
Si Central llegaba a empatarlo, y estuvo a esto de hacerlo, las cosas iban a ponerse feas. Porque así como el equipo mostró otra vez 25 minutos buenos, igual que contra Estudiantes, después se lo llevaron puesto. En actitud, en fútbol, estratégicamente. Y una vez más faltó mano y temple en el técnico, lucidez para saber qué había que hacer contra un equipo dispuesto al suicidio cuando su vida no valía nada. En lugar de pelearlo en el medio, como correspondía, Boca se refugió atrás y terminó sufriendo hasta el último instante. En vez de enfriar con control y dominio de la pelota, jugó el partido roto que le propuso Central. Fue al golpe por golpe buscando una contra definitiva que jamás llegó. Perdió el dominio territorial y psicológico de la escena. Se arrinconó contra su propia área, en una postura incomprensible, y agrandó al rival: resucitó a un muerto. Y terminó pidiendo la hora, encomendándose a las manos de Brey, transformándolo en héroe luego de una mala respuesta en el tiro libre de Campaz.
Cuando llegó el vendaval rosarino, una tormenta de agua, viento y camisetas blancas, hacía rato que la hinchada estaba en otra. Pensando en River, enrostrándole que parece un ascensor, anticipando una bienvenida que se dará en dos semanas. Y es que Boca había jugado buena parte del primer tiempo en un gran nivel y nadie imaginaba el sufrimiento por el que habría que pasar. En esa primera parte, salió casi todo bien. Llegó el primer gol de Lema con una delicia de tiro libre que no estaba en la cabeza de nadie, también el primero de Aguirre con un bombazo luego de una contra perfecta. Los dos debutaban en la red, Zenón mostraba ratos del que fue antes de caer en las garras maléficas de Menoscherano (por favor, no le den más jugadores), Pol manejaba los hilos, Medina aparecía por todos lados y Chiquito respondía puntual cada vez que lo llamaban en busca de una reivindicación personal luego de las dudas de los últimos partidos.
El nuevo esquema -ya no a pedido de Medel- servía para que Medina jugara suelto, para que los defensores cubrieran mejor el ancho, para que los laterales aprovecharan su faceta ofensiva pasando permanentemente al ataque, para que Aguirre jugara de lo que es: un extremo que mata en el uno contra uno, no un volante de ida y vuelta como pretendía Martínez. Sin embargo, el resultado a favor y las urgencias de Central lo hicieron retroceder. Y un equipo sin medio no es un equipo: ninguno de los volantes de Boca tiene corte defensivo, por más inteligente que sea Pol y por más despliegue que muestre Medina. Zenón, se sabe, puede dar una mano pero está para jugar. ¿Era necesario sostener tres centrales para contener a un solitario Copetti? ¿No se imponía la inclusión de un medio más batallador para dar una mano, caso Miramón o Belmonte?
Martínez se durmió y despertó en medio de una pesadilla. Otra vez falló, esta vez por hacer tarde los cambios y hasta por pifiar algún nombre: ¿en serio Martegani para aguantar? Por favor...
Se vienen dos partidos muy importantes: Talleres por Copa Argentina y River por la Liga. Hay tiempo para trabajar, probar y corregir. Algunas cosas ya deberían funcionar después de ocho largos meses sin grandes resultados. No deberíamos depender de la salvada de Brey o de Romero -clave dos veces frente a Copetti-, de un palo, de un cierre desesperado de Anselmino en la línea o de la decisión de un árbitro muy malo como Baliño (debió echar a Martínez en el PT) en la última jugada. Aun con un mercado flojo, Boca tiene más que la mayoría en el fútbol argentino. Seguro más que Central, por lo menos. Y hay un nombre y una historia que respetar. Eso de meternos atrás y encima hacerlo mal es para equipos de otro tamaño. No se puede fallar en lo que viene. Rotudamente no. Son de esos partidos que no tienen mañana. Que alguien se lo recuerde al técnico.
Si Central llegaba a empatarlo, y estuvo a esto de hacerlo, las cosas iban a ponerse feas. Porque así como el equipo mostró otra vez 25 minutos buenos, igual que contra Estudiantes, después se lo llevaron puesto. En actitud, en fútbol, estratégicamente. Y una vez más faltó mano y temple en el técnico, lucidez para saber qué había que hacer contra un equipo dispuesto al suicidio cuando su vida no valía nada. En lugar de pelearlo en el medio, como correspondía, Boca se refugió atrás y terminó sufriendo hasta el último instante. En vez de enfriar con control y dominio de la pelota, jugó el partido roto que le propuso Central. Fue al golpe por golpe buscando una contra definitiva que jamás llegó. Perdió el dominio territorial y psicológico de la escena. Se arrinconó contra su propia área, en una postura incomprensible, y agrandó al rival: resucitó a un muerto. Y terminó pidiendo la hora, encomendándose a las manos de Brey, transformándolo en héroe luego de una mala respuesta en el tiro libre de Campaz.
Cuando llegó el vendaval rosarino, una tormenta de agua, viento y camisetas blancas, hacía rato que la hinchada estaba en otra. Pensando en River, enrostrándole que parece un ascensor, anticipando una bienvenida que se dará en dos semanas. Y es que Boca había jugado buena parte del primer tiempo en un gran nivel y nadie imaginaba el sufrimiento por el que habría que pasar. En esa primera parte, salió casi todo bien. Llegó el primer gol de Lema con una delicia de tiro libre que no estaba en la cabeza de nadie, también el primero de Aguirre con un bombazo luego de una contra perfecta. Los dos debutaban en la red, Zenón mostraba ratos del que fue antes de caer en las garras maléficas de Menoscherano (por favor, no le den más jugadores), Pol manejaba los hilos, Medina aparecía por todos lados y Chiquito respondía puntual cada vez que lo llamaban en busca de una reivindicación personal luego de las dudas de los últimos partidos.
El nuevo esquema -ya no a pedido de Medel- servía para que Medina jugara suelto, para que los defensores cubrieran mejor el ancho, para que los laterales aprovecharan su faceta ofensiva pasando permanentemente al ataque, para que Aguirre jugara de lo que es: un extremo que mata en el uno contra uno, no un volante de ida y vuelta como pretendía Martínez. Sin embargo, el resultado a favor y las urgencias de Central lo hicieron retroceder. Y un equipo sin medio no es un equipo: ninguno de los volantes de Boca tiene corte defensivo, por más inteligente que sea Pol y por más despliegue que muestre Medina. Zenón, se sabe, puede dar una mano pero está para jugar. ¿Era necesario sostener tres centrales para contener a un solitario Copetti? ¿No se imponía la inclusión de un medio más batallador para dar una mano, caso Miramón o Belmonte?
Martínez se durmió y despertó en medio de una pesadilla. Otra vez falló, esta vez por hacer tarde los cambios y hasta por pifiar algún nombre: ¿en serio Martegani para aguantar? Por favor...
Se vienen dos partidos muy importantes: Talleres por Copa Argentina y River por la Liga. Hay tiempo para trabajar, probar y corregir. Algunas cosas ya deberían funcionar después de ocho largos meses sin grandes resultados. No deberíamos depender de la salvada de Brey o de Romero -clave dos veces frente a Copetti-, de un palo, de un cierre desesperado de Anselmino en la línea o de la decisión de un árbitro muy malo como Baliño (debió echar a Martínez en el PT) en la última jugada. Aun con un mercado flojo, Boca tiene más que la mayoría en el fútbol argentino. Seguro más que Central, por lo menos. Y hay un nombre y una historia que respetar. Eso de meternos atrás y encima hacerlo mal es para equipos de otro tamaño. No se puede fallar en lo que viene. Rotudamente no. Son de esos partidos que no tienen mañana. Que alguien se lo recuerde al técnico.
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