

Boca cumplió el trámite para llegar a la punta
El equipo de Ischia jugó con mayoría de suplentes. Entre las ausencias notorias estaba la del lesionado Riquelme. Gracián y Dátolo convirtieron los goles del ganador. Descontó César González al final.
Olvidable, Boca gana un partido que tal vez sólo se recuerde por la elegante definición de Leandro Gracián en su gol. Una migaja de potrero que se vuelca en este mantel de hule, en un ordinario encuentro que el equipo de Carlos Ischia gana sin atenuantes pero sin ritmo ni segundas lecturas. Es un juego lento, de movimientos sin sorpresa, que no deja más que tres puntos y el liderazgo compartido con River. Quizás sea suficiente si se revisan nombres, ausencias y estado emocional entre Libertadores y torneo. Pero, a la vuelta de la esquina, queda poco material para reciclar en tiempos de definiciones.
Se sabe que sin Román Riquelme Boca debe, necesariamente, jugar una ficha diferente en su ruleta. Porque al margen de la apuesta por Gracián, la intensidad que le da el diez al partido no ofrece comparaciones. Entonces, intenta que las bandas sean su nueva escalera para subir hasta el arco de Sebastián Blázquez. Se cruza, de entrada nomás, con un gol en doble remate de Jesús Dátolo. Un intento con la derecha, otro con la zurda, la pelota sale suspendida en el aire, mordida. Es gol. Y, pese a efímeros arranques de rebeldía de Colón, el final del partido se da en sólo seis minutos. La pasividad de un conjunto que debe defender la categoría es alarmante. Nunca aparece esa fibra íntima. La sensación es que se juega a no perder por una abultada diferencia como para que el ciclo Antonio Mohamed no comience con un golpe anímico profundo. Así, sin gastos ni peajes, Boca alcanza la diferencia a esa altura inalcanzable: Martín Palermo asiste con la cabeza a Gracián, quien dibuja una doble pirueta ante el arquero y los centrales para luego tocar, suave, a la red. Un golazo.
Esa técnica que Palermo no tiene con los pies -está claro que respira goles, pero que ese no es su fuerte- sí la muestra con la cabeza. Porque en el segundo tiempo repite la acción, la baja nuevamente esta vez para Neri Cardozo quien remata a las manos de Blázquez. Lo que Riquelme hace con la mente, el Titán lo suple con su cabeza. Es eso y no más lo del goleador porque en el juego asociado no lo pueden ubicar. Además, la falta de Rodrigo Palacio también le achica el ángulo de tiro, porque se lo pretende conectar con pelotazos de ambos lados que salen de su aldea, del área. La única chance que desperdicia se da luego de un remate de Mauro Boselli que sale desviado y que no alcanza con su botín, en el segundo palo. Boca no juega, apenas lleva la pelota hacia adelante convencido de que del otro lado nada puede inquietarlo. La inventiva del Rengo Díaz no se interpreta en los socios que Mántaras pone en Colón. Por eso, ante la urgencia saltan al campo de juego Martín Cardetti y César Carignano. Sin embargo, Díaz ya no está para poner el pase.
Si lo que queda en la retina es, apenas, el resultado, Boca puede gozar de un triunfo que lo ubica arriba en el Clausura mientras se juega su clasificación el jueves ante Colo Colo. Se rescata que en un equipo en el que sólo actúan tres titulares -Caranta, Morel, Palermo- supera a un tibio Colón sin argumentos para salir de la Promoción. Pero si se pasa la cinta al revés, los de Ischia sólo deben aferrarse a la buena respuesta de la dupla de centrales y a esa obra de arte del Tano. Gracián, ese jugador que necesita entender que su rol no es el de Román, que su virtud pasa por otro lado. Quizás, el gol, lo devuelva a eso que supo ser. Del resto, un equipo monótono, sin conducción ni identidad definida. Pero, lógico, no necesita más que un par de guantes para hacer sombra, saltar a Colón y ganar su juego. Sin cuadrilátero, sin partido.