
canchallena.lanacion.com.ar
SCHELOTTO

Los Barros Schelotto, obligados a lograr que Boca deje de ser una caricatura
Un tsunami. Una ráfaga devastadora. Un shock mortal.
Un partido puede resolverse desde lo numérico en contados minutos. Un equipo que comienza el juego de modo agresivo, que aprovecha la pasividad del rival y de modo implacable le aplica dos estocadas precisas y lapidarias.
Es parte del juego y aun siendo casos excepcionales, puede pasar. También es cierto que esa diferencia en el marcador condiciona lo que el encuentro pueda ofrecer luego, pero el análisis conceptual, ese que explicará los merecimientos del resultado final se construye con todo el resto del partido. La estadística de lo que ocurrió en la noche del Sur se escribió en tan solo cuatro minutos. La justificación y los merecimientos de ese score fueron la consecuencia de lo visto en el resto del encuentro.
Lanús lastimó a Boca de entrada y se tomó toda la noche de principio a fin para explicar, robustecer y fundamentar su evidente superioridad.
Luego de las pruebas de carácter de La Paz ante el Bolívar y frente a Unión en La Bombonera en las que sumó cuatro puntos valiosos en los últimos minutos, mostrando temple y una rebeldía que parecía extraviada, Lanús era un examinador exigente para medir el volumen futbolístico. Y el granate fue un espejo que le mostró a Boca una imagen real e impiadosa.
Toda la noche para los mellizos fue una montaña rusa de emociones. La nostalgia sentimental y el reconocimiento por lo hecho en tres temporadas se tradujeron en plaquetas y saludos de todos los jugadores que pasaron por sus manos. La melancolía futbolera se observó en esa criatura que los hermanos construyeron, ayer vistió de blanco y juega fenómeno respetando las bases firmes que dejaron plantadas. Ese muy buen entrenador que es Jorge Almirón reconoció que había poco para tocar y si bien el equipo ya tiene algunas características propias de su sello, es mucho más lo que acumula del pasado que lo que modificó en el presente.
En Boca tienen todo por hacer. La confianza se ganará con resultados, pero éstos llegarán con el juego. Solo Gago cuando se hizo de la pelota, porque en el retroceso su orfandad para la marca es reveladora, y Tevez más cómodo en su piel partiendo detrás de la línea del mediocentro rival, sacaron la cara por un equipo confundido y sin recursos para contrarrestar el plan del rival. El equipo mostró laterales que eligieron mal el momento para sumarse al ataque pasando la línea de la bola y que casi nunca ejecutaron centros con precisión, interiores como Pérez o Lodeiro tímidos con el balón y lentos en el retroceso, a Carrizo navegando en una función indefinible y a Osvaldo todavía sin forma futbolística ni repentización para hacerse de espacios dentro del área rival.
Lanús lo martirizó duplicando las bandas con Gómez y Mouche por la derecha y Vélazquez y Acosta por la izquierda. Ese mini Di María llamado Almirón fue un estilete con su zurda vertical y entre Román Martínez y su manejo aristocrático y Marcone ajustando espacios junto a los marcadores centrales, el manejo del juego casi siempre dependió de las velocidades a las que quiso jugar Lanús. Cuando ralentizó el ritmo fue algo más parejo, cuando forzó la maquina con su combo de dinámica, precisión y velocidad fue demasiado para el rival.
El 'stop' de las Eliminatorias le dará al mellizo la chance de trabajar para ganarle tiempo al tiempo. El campo y el entrenamiento son el hábitat natural del entrenador. Allí el ensayo y error es gratuito y ese 'costo cero' permite auscultar todo tipo de fórmulas. Guillermo sabe que hay mucho por hacer porque los milagros no se dan demasiado seguido.
Lo que dejó en el Sur tras varios años de trabajo fue demasiado para esta caricatura azul y oro que tomó hace apenas veinte días y recién va definiendo algunos trazos.
La prueba ante un equipo con confianza, líder y con un estilo definido marcó una medida real y concreta. Lanús devolvió a Boca a la realidad.
Lanús lastimó a Boca de entrada y se tomó toda la noche de principio a fin para explicar, robustecer y fundamentar su evidente superioridad.
Luego de las pruebas de carácter de La Paz ante el Bolívar y frente a Unión en La Bombonera en las que sumó cuatro puntos valiosos en los últimos minutos, mostrando temple y una rebeldía que parecía extraviada, Lanús era un examinador exigente para medir el volumen futbolístico. Y el granate fue un espejo que le mostró a Boca una imagen real e impiadosa.
Toda la noche para los mellizos fue una montaña rusa de emociones. La nostalgia sentimental y el reconocimiento por lo hecho en tres temporadas se tradujeron en plaquetas y saludos de todos los jugadores que pasaron por sus manos. La melancolía futbolera se observó en esa criatura que los hermanos construyeron, ayer vistió de blanco y juega fenómeno respetando las bases firmes que dejaron plantadas. Ese muy buen entrenador que es Jorge Almirón reconoció que había poco para tocar y si bien el equipo ya tiene algunas características propias de su sello, es mucho más lo que acumula del pasado que lo que modificó en el presente.
En Boca tienen todo por hacer. La confianza se ganará con resultados, pero éstos llegarán con el juego. Solo Gago cuando se hizo de la pelota, porque en el retroceso su orfandad para la marca es reveladora, y Tevez más cómodo en su piel partiendo detrás de la línea del mediocentro rival, sacaron la cara por un equipo confundido y sin recursos para contrarrestar el plan del rival. El equipo mostró laterales que eligieron mal el momento para sumarse al ataque pasando la línea de la bola y que casi nunca ejecutaron centros con precisión, interiores como Pérez o Lodeiro tímidos con el balón y lentos en el retroceso, a Carrizo navegando en una función indefinible y a Osvaldo todavía sin forma futbolística ni repentización para hacerse de espacios dentro del área rival.
Lanús lo martirizó duplicando las bandas con Gómez y Mouche por la derecha y Vélazquez y Acosta por la izquierda. Ese mini Di María llamado Almirón fue un estilete con su zurda vertical y entre Román Martínez y su manejo aristocrático y Marcone ajustando espacios junto a los marcadores centrales, el manejo del juego casi siempre dependió de las velocidades a las que quiso jugar Lanús. Cuando ralentizó el ritmo fue algo más parejo, cuando forzó la maquina con su combo de dinámica, precisión y velocidad fue demasiado para el rival.
El 'stop' de las Eliminatorias le dará al mellizo la chance de trabajar para ganarle tiempo al tiempo. El campo y el entrenamiento son el hábitat natural del entrenador. Allí el ensayo y error es gratuito y ese 'costo cero' permite auscultar todo tipo de fórmulas. Guillermo sabe que hay mucho por hacer porque los milagros no se dan demasiado seguido.
Lo que dejó en el Sur tras varios años de trabajo fue demasiado para esta caricatura azul y oro que tomó hace apenas veinte días y recién va definiendo algunos trazos.
La prueba ante un equipo con confianza, líder y con un estilo definido marcó una medida real y concreta. Lanús devolvió a Boca a la realidad.
MÁS NOTICIAS DE SCHELOTTO