RIQUELME

Yo jugué con Riquelme, el líder silencioso

Yo jugué con Riquelme, el líder silencioso
as.com
¿Cuánto sabes de Riquelme?

El clásico ‘10’ argentino llegó a España para jugar en el Barça. Allí se topó con Van Gaal y un año después se fue al Villarreal para dejar huella.

Juan Román Riquelme es uno de esos jugadores tocados por una varita para el fútbol, incluso antes de nacer. El destino deparó que llegara al mundo un 24 de junio de 1978, el día antes de que Argentina levantara su primer Mundial. Un talento que deslumbró desde Boca Juniors, el club de su vida y en el que es presidente desde el 18 de diciembre de 2023. Excompañeros suyos de Barcelona y Villarreal cuentan en AS cómo era jugar con Riquelme.

EN EL BARCELONA



Verano de 2002. El club azulgrana vivía una época de cambios. Sin Rivaldo y a falta de un año para que llegara la samba de Ronaldinho, el Barça se acordó de aquel futbolista que le deslumbró en un amistoso con Boca Juniors en agosto de 1999 y lo fichó. A sus 24 años, Riquelme era el cerebro del Xeneize que ganó dos Copas Libertadores y una Intercontinental en la que deslumbró con su calidad ante el Real Madrid. Empezaba la aventura de Román en Europa a cambio de 11 millones de euros.

Su debut no pudo ser mejor: gol y victoria culé ante el Legia de Varsovia en la previa de Champions. En la crónica de AS se llevó el protagonismo de pleno con el titular: “Se llama Romy”. El subtítulo también le elogiaba: “Van Gaal debería apuntarlo en su libreta: no debo dejar a Riquelme en el banquillo”. Además, la foto, tres picas y nombrado ‘el crack’ del duelo: “Ovación y vuelta al ruedo. Empezó en el banquillo, entró para mover al equipo y marcó el gol de la tranquilidad”.



El técnico neerlandés no había pedido su fichaje ni terminaba de entrarle por el ojo y, según contó el propio Riquelme en el programa argentino “Animales Sueltos”, le dejó clara su postura: “Después de la presentación, Van Gaal me llevó al vestuario y en una mesa llena de vídeos me dijo: "Usted es el mejor jugador del mundo cuando tiene la pelota, pero cuando no la tiene jugamos con uno menos"”.

El inagotable talento de Riquelme chocó contra el muro neerlandés. Nano, canterano y exjugador del Barcelona, resume la tensa relación del argentino con su entonces entrenador: “Van Gaal tenía un carácter muy fuerte y una forma de jugar concreta dándole prioridad al equipo sobre lo individual. Es verdad que Riquelme en este caso estaba acostumbrado a que todo el juego del equipo pasase por él. Allí en Barcelona era uno más en el vestuario y por ese motivo le costó un poco más adaptarse”.

La calma de Riquelme sobre el césped era una constante en su vida. “Nunca tenía prisa por nada. Era muy tranquilo. Si el entrenamiento era a las 10:30 y había que estar a las 10:00, llegaba justo e incluso alguna vez llegó tarde, pero también era el último en irse”, indica Nano.

Compañeros como Mendieta lo calificaron de “fenómeno” en una entrevista con TNT Sports. De forma más extensa, Nano lo expresa así: “Era un mago que marcaba diferencias y al que era muy difícil quitarle el balón. Diferencial, muy distinto a lo que había. A nivel psicológico, acusó el no estar acostumbrado a ser uno más dentro de un equipo como aquel Barça”.

El no ser del gusto de Van Gaal redujo su presencia en el campo y le hizo buscar un destino para jugar competición europea. Los 1.607 minutos repartidos entre 30 encuentros eran insuficientes. Pese a todo marcó seis goles y dio nueve asistencias en 42 partidos antes de salir cedido al Villarreal.

EN EL VILLARREAL



La llegada de la estrella argentina a un club modesto puso el foco del planeta fútbol sobre él en el verano de 2003. Su primer curso como amarillo lo cerró llegando hasta las semifinales de UEFA. El rendimiento de J.R.R. convenció a la entidad para pagar ocho millones de euros por su fichaje.

Marcos Senna, capitán y leyenda amarilla, toma la palabra para hablar del que fue su compañero: “Era un crack, así de fácil. Un "10" clásico de los que el equipo tenía que adaptarse a él. Hoy en día sería de los más caros, si no el que más. Exigirle un marcaje a un futbolista así sería un pecado”. En la misma línea está Javi Venta, emblema del Villarreal: “Lo definiría como talento. Es algo que se ve a los dos días que entrenas con él. Siempre se decía que a nivel físico no era rápido. Con el balón, su velocidad era grandísima, engañaba al rival con controles orientados, tenía una pausa en los metros finales sin que se le cerrara la persiana y una efectividad que no era normal en los lanzamientos de faltas”.

Manuel Pellegrini puso al equipo al servicio de Román para que los amarillos acabaran la temporada 2004/05 en tercera posición. A ello contribuyó con 16 goles en 35 partidos. El 9 de enero de 2005, Riquelme ejecutó su particular ‘vendetta’ ante el club que lo cedió con dos asistencias. AS tituló la crónica con “Fue demasiado Riquelme” y se llevó ‘el crack’: “Toque, pausa, control y dos asistencias, para un partidazo del argentino. Un lujo de cesión”.



Detrás de tanta calidad se escondía un jefe de pocas palabras. “Román no era de hablar mucho. Era un líder total, silencioso, que hablaba en el campo a su manera de jugar”, destaca Senna. Mientras que Venta añade: “Su liderazgo era de personalidad en el campo, de querer la pelota en cualquier circunstancia”.

El que fuera defensa del club amarillo en 258 partidos compartió habitación en más de una concentración y recuerda con cariño una anécdota: “Él estaba despierto y yo me había dormido. Me levanté, me senté con los ojos medio cerrados y le asusté. A la mañana siguiente, me dijo que le había dado un susto muy grande porque creyó que yo estaba dormido. Me he llevado bien, nos tenemos un cariño mutuo”.

Su tercer año como amarillo (05/06) estuvo marcado por un momento crucial en la historia del Villarreal. Los de Roig tuvieron un penalti en el último suspiro para empatar las semifinales de Champions y mandar el partido a la prórroga. Riquelme tomó el balón, lo besó y lo colocó en el punto de penalti frente a Lehmann. El lanzamiento fue a su derecha y el meta del Arsenal rechazó el tiro. Un jarro de agua helada que recuerda así Senna: “Fueron momentos difíciles sobre todo para Riquelme, pero siempre tuvo nuestro respaldo después de lo sucedido. Si alguien podía fallar el penalti e irse con el apoyo, ese era Román por todo lo que había hecho. Hay jugadores que no tienen crédito para fallar, pero él lo tenía de sobra”.



El azar, ese que sin querer es caprichoso, quiso que se enfrentara a Zidane en el último partido del francés con el Real Madrid. De un mago a otro, el partido fue un empate a tres en el que los dos cracks se intercambiaron las camisetas con el recuerdo de Zizou: “Lo único cierto es que Riquelme es un jugador mágico, que con su calidad arruinó mi despedida en el partido en el que empatamos a tres con el Villarreal. Ese día nos volvió locos a todos. Es un honor haberme retirado con su camiseta en mis manos". Así jugaba Juan Román Riquelme, el talento tranquilo.

Al entrar la temporada 06/07, se alejó más del Villarreal y fue contando menos para Pellegrini, hasta que regresó a Boca, donde jugó hasta 2014 antes de colgar las botas en Argentinos Juniors. Casi una década después de retirarse, Riquelme ganó las elecciones presidenciales ante Mauricio Macri. Senna preveía un futuro grande para su amigo Román: “Tiene más que merecido ser un líder para un club tan grande como Boca. Riquelme es el ideal”.

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