

Riquelme brilló más que Ortega
En el duelo de los dos número 10 más picantes del fútbol doméstico, el ganador fue Juan Román Riquelme, que no fue tan incisivo, movedizo, ni activo como Ariel Ortega pero sí fue tremendamente efectivo en las jugadas de pelota parada. Ganó Riquelme, ganó Boca.
Tan acertado anduvo Riquelme en ese aspecto que los dos goles de Boca llegaron de sendos tiros libres nacidos en su tremendo pie derecho. Con mucho recorrido el primero: su tiro libre, desde la izquierda, pasó por varios pies antes de quedar justo para el remate de Battaglia rumbo al 1 a 0. En cambio en el segundo gol de Boca, el fuerte tiro libre de Riquelme, de media distancia, obligó al manotazo de Carrizo. Y Martín Palermo atento al rebote sólo necesito saltar y convertir.
Ortega estuvo a punto de perderse este Superclásico, debido a una contractura en el aductor izquierdo. Lo probaron a horas del partido, en el táctico realizado en el APAND y recién ahí quedó confirmada su presencia. Desde los primeros minutos se mostró muy movedizo y concentrado. Buscó acción, pidió la pelota, la trato con vértigo y atrevimiento. Ofreció una alta dosis de entrega. Tuvo dos chances claras para abrir el marcador: una definió muy mal desde una posición in mejorable y en la otra Migliore le negó la chance de festejar.
Enfrente Riquelme no tenía tanto contacto con el balón y no conseguía armar juego. Pero mostraba su peligrosidad para pegarle en pelota parada. Tres tiros de esquina se insinuaron como goles olímpicos, y lo hubieran sido si Carrizo no respondía con sumo acierto. También hubo un tiro libre que dejó en evidencia la gran pegada de Riquelme y que encontró atento y sólido otra vez a Carrizo.
Ya en el segundo tiempo Ortega desapareció y fue creciendo Riquelme. Aunque apenas arrancó la etapa se lució el Burrito con una habilitación perfecta que lo dejó a Sebastián Abreu por primera y única vez en la noche en posición franca de definir.
Después de su injerencia en el segundo gol, Riquelme fue creciendo y adquiriendo mayor protagonismo. Tuvo más la pelota, la acarició, la trató bien. Y volvió a amenazar con pelota detenida. Como en ese tiro de esquina, desde la derecha, que depositó en la peligrosa frente de Palermo quien estrelló la pelota en el travesaño.