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CARLOS TEVEZ

Tevez impuso su guapeza en el Monumental
El delantero de Boca no jugó bien, pero se erigió como el líder anímico del equipo; 'Volvió todo a la normalidad', dijo, con picardía
'Volvió todo a la normalidad', dijo Carlos Tevez minutos después de que Boca le ganara 1 a 0 a River en el Monumental. La frase, que repitió tres veces en 50 segundos y que en todos los casos culminó con una pícara sonrisa, encierra más que un guiño al hincha. Es un mensaje anímico importantísimo para el plantel que conduce Rodolfo Arruabarrena.
Ocurre que la presencia del delantero xeneize en el césped de Núñez tuvo más trascendencia por lo que su figura irradia que por lo que entregó desde el plano futbolístico.
Tevez, mejor que nadie, sabe que no hizo un buen partido, en parte por el cansancio acumulado (a la seguidilla de encuentros que lleva jugados en 2015 se le sumó el viaje a Estados Unidos con la selección argentina, del que volvió el miércoles) y en parte por la muy firme marca personal del colombiano Eder Álvarez Balanta.
Apenas cuatro postales para ilustrar el rol del Apache en su primer superclásico después de 11 años. La primera se produjo cuando apenas se jugaban ocho minutos. El 10 apenas había pasado el círculo central cuando Kranevitter le cometió una infracción; el árbitro Darío Herrera sancionaba el tiro libre, mientras Leonardo Ponzio tomaba el balón y se lo llevaba bajo el brazo. Cuando vio esa imagen, Tevez se eyectó del suelo con velocidad y le pegó un puñetazo a la pelota, no sólo para sacársela al volante de River, sino también para mirarlo fijo y dejarle en claro que no sería él quien manejaría otra vez el superclásico.
Al igual que en los últimos partidos entre Boca y River, sobre todo los cuatro de las Copas Sudamericana y Libertadores, Ponzio jugó al límite. Sin embargo, esa temprana situación con el Apache desacomodó al volante de River, que no bajó las revoluciones y terminó amonestado por Herrera a los 25 minutos, tras un encontronazo con Marcelo Meli.
La otra imagen se dio cuando Tevez, que rara vez dialoga con los árbitros durante el juego, le marcó a Herrera que se había equivocado al no expulsar a Ponzio cuando le pegó de atrás a Cristian Erbes en el medio campo, poco antes de la media hora. 'Hasta Gallardo se dio cuenta y lo saca', pareció decirle el delantero xeneize al juez, mientras el entrenador de River cambiaba al temperamental volante por Luis González, cuando apenas se jugaban 34 minutos de la primera etapa.
La tercera postal se generó poco antes del final del encuentro. Carlos Sánchez le cometió una falta al Apache en el medio campo, y después lo pateó cuando estaba en el suelo. Tevez se levantó, lo miró fijo y luego se alejó de la jugada. Pero esa reacción bastó para que todos sus compañeros rodearan al volante uruguayo para recriminarle la actitud, por la que ambos protagonistas fueron amonestados.
La última fotografía de este nuevo rol del ídolo xeneize se dio en los últimos 10 minutos de juego, cuando con el poco resto físico que le quedaba aguantó el balón lejos del arco propio y lo pidió siempre, ya fuera para que el tiempo pasara con la pelota en poder de Boca o para intentar buscar el 2-0 que no llegó.
La importancia de Tevez ante River fue la de afianzarse como el referente del equipo, el que no permitirá que a Boca se lo lleven otra vez por delante en situaciones límite, como ocurrió en los choques coperos con el equipo de Núñez.
En ese sentido, Tevez tomó una posta que había quedado huérfana con la salida y posterior retiro de Juan Román Riquelme, y que ni Agustín Orion, Daniel Díaz o Fernando Gago habían podido suplantar.
Aun con signos evidentes de que físicamente llegará con lo justo a fin de año, el Apache resulta fundamental para este Boca, más allá del elogio que les brindó a sus compañeros 'por el partido ante San Lorenzo' de hace ocho días, cuando el xeneize, sin él, perdió 1 a 0.
'Volvió todo a la normalidad', decía Carlos Tevez después de que Boca le ganara 1 a 0 a River en el Monumental, lo que le permite al conjunto de la Ribera prolongar a nueve la ventaja en el historial para los xeneizes (72 a 63). Y que La Boca sea otra vez una fiesta.
Tevez, mejor que nadie, sabe que no hizo un buen partido, en parte por el cansancio acumulado (a la seguidilla de encuentros que lleva jugados en 2015 se le sumó el viaje a Estados Unidos con la selección argentina, del que volvió el miércoles) y en parte por la muy firme marca personal del colombiano Eder Álvarez Balanta.
Apenas cuatro postales para ilustrar el rol del Apache en su primer superclásico después de 11 años. La primera se produjo cuando apenas se jugaban ocho minutos. El 10 apenas había pasado el círculo central cuando Kranevitter le cometió una infracción; el árbitro Darío Herrera sancionaba el tiro libre, mientras Leonardo Ponzio tomaba el balón y se lo llevaba bajo el brazo. Cuando vio esa imagen, Tevez se eyectó del suelo con velocidad y le pegó un puñetazo a la pelota, no sólo para sacársela al volante de River, sino también para mirarlo fijo y dejarle en claro que no sería él quien manejaría otra vez el superclásico.
Al igual que en los últimos partidos entre Boca y River, sobre todo los cuatro de las Copas Sudamericana y Libertadores, Ponzio jugó al límite. Sin embargo, esa temprana situación con el Apache desacomodó al volante de River, que no bajó las revoluciones y terminó amonestado por Herrera a los 25 minutos, tras un encontronazo con Marcelo Meli.
La otra imagen se dio cuando Tevez, que rara vez dialoga con los árbitros durante el juego, le marcó a Herrera que se había equivocado al no expulsar a Ponzio cuando le pegó de atrás a Cristian Erbes en el medio campo, poco antes de la media hora. 'Hasta Gallardo se dio cuenta y lo saca', pareció decirle el delantero xeneize al juez, mientras el entrenador de River cambiaba al temperamental volante por Luis González, cuando apenas se jugaban 34 minutos de la primera etapa.
La tercera postal se generó poco antes del final del encuentro. Carlos Sánchez le cometió una falta al Apache en el medio campo, y después lo pateó cuando estaba en el suelo. Tevez se levantó, lo miró fijo y luego se alejó de la jugada. Pero esa reacción bastó para que todos sus compañeros rodearan al volante uruguayo para recriminarle la actitud, por la que ambos protagonistas fueron amonestados.
La última fotografía de este nuevo rol del ídolo xeneize se dio en los últimos 10 minutos de juego, cuando con el poco resto físico que le quedaba aguantó el balón lejos del arco propio y lo pidió siempre, ya fuera para que el tiempo pasara con la pelota en poder de Boca o para intentar buscar el 2-0 que no llegó.
La importancia de Tevez ante River fue la de afianzarse como el referente del equipo, el que no permitirá que a Boca se lo lleven otra vez por delante en situaciones límite, como ocurrió en los choques coperos con el equipo de Núñez.
En ese sentido, Tevez tomó una posta que había quedado huérfana con la salida y posterior retiro de Juan Román Riquelme, y que ni Agustín Orion, Daniel Díaz o Fernando Gago habían podido suplantar.
Aun con signos evidentes de que físicamente llegará con lo justo a fin de año, el Apache resulta fundamental para este Boca, más allá del elogio que les brindó a sus compañeros 'por el partido ante San Lorenzo' de hace ocho días, cuando el xeneize, sin él, perdió 1 a 0.
'Volvió todo a la normalidad', decía Carlos Tevez después de que Boca le ganara 1 a 0 a River en el Monumental, lo que le permite al conjunto de la Ribera prolongar a nueve la ventaja en el historial para los xeneizes (72 a 63). Y que La Boca sea otra vez una fiesta.
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