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CARLOS TEVEZ

¿Tevez campeón?
A partir de lo que genera y contagia su bandera, y después de jugar un señor partido, Boca sacó una ventaja fundamental en el campeonato. Banfield ni le hizo cosquillas.
Choca sus manos y abraza a cada uno de sus compañeros segundos antes del comienzo.
Chocan cien mil manos de cincuenta mil personas que lo despiden como lo que es cuando ya metió el 3-0 y deja esa Bombonera que vuelve a sentir el inigualable cosquilleo de un inminente título.
Carlos Tevez es la bandera, el faro, la guía, el descanso y el naturalizador de cualquier situación de presión absoluta: y ésta, en medio de la definición del campeonato, lo es.
Boca jugó un señor partido porque fue Boca. Tevez jugó de Tevez, el Cata Díaz de Cata Díaz, Calleri de Calleri, Erbes de Erbes y así todos. También porque entendió que era la chance para sacar una importante luz a tan poco del final y actuó en consecuencia. Y no se ató nunca: los 12 toques en la jugada que terminó en el 1-0 son un testimonio irrefutable.
El dominio fue estratégico, conceptual, físico y mental. En tres minutos, los primeros de la tardecita, Boca llegó tres veces por la derecha (hasta un hermano rengo del Negro Ibarra hubiera llegado por ahí) y plantó bandera. Se plantó e hizo de Banfield una especie de caricatura. Banfield, además, ayudó mucho: Vivas recordó viejas épocas como ladero de Bielsa y usó un 3-3-1-3 con el que corrió siempre de atrás, no le conoció la cara a Orion, desperdició a Erviti como una especie de wing derecho en el segundo tiempo y no fue goleado porque Bologna atajó casi todo lo que pudo. Y también le fallaron las individualidades, con Civelli y Cuero a la cabeza.
Cada rechazo de Boca fue a parar a un jugador de Boca. Cada rechazo de Banfield terminó en un jugador de Boca. Lo mismo con los rebotes. Con los centros. Hasta con varios laterales. Y como se juega con una sola pelota...
La pelota la maneja Tevez aunque no la tenga. Se fastidia si no se la dan. Disfruta y hace disfrutar cuando la tiene. Contagia. Y si Calleri (bravísimo el pibe) siente el reproche del 10 en una que no le cede antes, le sirve en bandeja el tercero después de una corrida de delantero europeo. Y si hubo alguna duda con el Cata Díaz en algún momento, el tipo juega 90 minutos para un simposio de marcadores centrales. Y Lodeiro, inteligente, troca posición y función con el Apache y sólo Bologna le impide un grito propio. Y todos comprenden que jugar con Tevez es jugar con ventaja.
Fue mucho Boca para tan poco Banfield, y luego de tres años de ilusiones que se dieron de frente con variadas paredes, el aroma a título se impregna en una Bombonera que espera el momento para bramar con el “... que de la mano de Carlos Tevez todos la vuelta vamos a dar”.
Carlos Tevez es la bandera, el faro, la guía, el descanso y el naturalizador de cualquier situación de presión absoluta: y ésta, en medio de la definición del campeonato, lo es.
Boca jugó un señor partido porque fue Boca. Tevez jugó de Tevez, el Cata Díaz de Cata Díaz, Calleri de Calleri, Erbes de Erbes y así todos. También porque entendió que era la chance para sacar una importante luz a tan poco del final y actuó en consecuencia. Y no se ató nunca: los 12 toques en la jugada que terminó en el 1-0 son un testimonio irrefutable.
El dominio fue estratégico, conceptual, físico y mental. En tres minutos, los primeros de la tardecita, Boca llegó tres veces por la derecha (hasta un hermano rengo del Negro Ibarra hubiera llegado por ahí) y plantó bandera. Se plantó e hizo de Banfield una especie de caricatura. Banfield, además, ayudó mucho: Vivas recordó viejas épocas como ladero de Bielsa y usó un 3-3-1-3 con el que corrió siempre de atrás, no le conoció la cara a Orion, desperdició a Erviti como una especie de wing derecho en el segundo tiempo y no fue goleado porque Bologna atajó casi todo lo que pudo. Y también le fallaron las individualidades, con Civelli y Cuero a la cabeza.
Cada rechazo de Boca fue a parar a un jugador de Boca. Cada rechazo de Banfield terminó en un jugador de Boca. Lo mismo con los rebotes. Con los centros. Hasta con varios laterales. Y como se juega con una sola pelota...
La pelota la maneja Tevez aunque no la tenga. Se fastidia si no se la dan. Disfruta y hace disfrutar cuando la tiene. Contagia. Y si Calleri (bravísimo el pibe) siente el reproche del 10 en una que no le cede antes, le sirve en bandeja el tercero después de una corrida de delantero europeo. Y si hubo alguna duda con el Cata Díaz en algún momento, el tipo juega 90 minutos para un simposio de marcadores centrales. Y Lodeiro, inteligente, troca posición y función con el Apache y sólo Bologna le impide un grito propio. Y todos comprenden que jugar con Tevez es jugar con ventaja.
Fue mucho Boca para tan poco Banfield, y luego de tres años de ilusiones que se dieron de frente con variadas paredes, el aroma a título se impregna en una Bombonera que espera el momento para bramar con el “... que de la mano de Carlos Tevez todos la vuelta vamos a dar”.
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