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CARLOS TEVEZ

La revancha
Cuando se fue a fines del 2004 se le mezclaron las emociones: la Sudamericana en alto pero el dolor de no tener revancha en la Libertadores, después de la final perdida ese mismo año ante Once Caldas.
Carlos Tevez quería quedarse a jugar la Copa que más le gusta del año siguiente, pero tuvo que irse antes de tiempo rumbo a Brasil, al Corinthians. Hoy está en el lugar del que nunca quiso irse, donde quería estar cuando seguía a la distancia tantas noches coperas en la Bombonera. De la 2007 con Riquelme como figura enorme a la del 2015 con el Panadero y cía.
No fue lo que esperaba (soñaba) en un comienzo y repetía una y otra vez que no estaban para ganarla. Se fue Arruabarrena, llegaron los Barros Schelotto. Pasaron de empatar de local a ganar adentro y afuera, como pasa desde hace cinco partidos. Al equipo le empezó a ver “otro ritmo, una marcha más” que hace que, cuando aceleran, se vuelvan imparables. El fastidio por jugar de 9 se convirtió en placer, en volver a sentirse bien en el puesto en el que Guillermo lo conoció cuando era un pibito y Bianchi lo metió entre ellos, las glorias del 2000. Volvió a bailar en los festejos, como señal de que recuperó la alegría de los mejores momentos. “Cada día me gusta más. Y tengo dos fechas por los costados”, se entusiasmó, después de que en la serie de octavos apareciera el Tevez de otros tiempos, crack pero también gladiador, con el ojo morado y todo, después de tanto jugar y luchar por su sueño. Y también, su revancha.
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