

El oficio y la guapeza de Boca lo llevaron a la punta
Estuvo casi una hora con un hombre de menos por la expulsión de Maidana. No desequilibró Román. Pero la rompió Palacio y Caranta fue invencible. Y así festejó.
Que Palermo no hizo nada más que el gol. Y de penal (impecablemente pateado, por cierto)... Que Riquelme, después de habilitar a Palacio en ese penal y de estrellar dos tiros en los palos, terminó con la lengua afuera y con el alma hecha pedazos, pero gritando bien fuerte un "vamos carajo" que es toda una definición. Que Maidana se pasó de rosca y primero lo sacó de la cancha a Neira, después lo embocó a Landa y dejó a Boca rengo, con diez, cuando faltaba casi una hora. Que Neri Cardozo fue una sombra por la derecha y el equipo se desbalanceó como si se le pinchara un neumático. Que Gimnasia fue un temporal ¿en los 15 minutos del segundo tiempo, al menos ¿y si no era por Caranta el arco de Boca no terminaba invicto.
Todo esto es muy cierto. Fue una tarde-noche de brujas, pero Boca llegó donde quería llegar: ya está en lo más alto de la tabla de posiciones y nadie lo puede discutir. Más allá de si mereció o no el triunfo ante Gimnasia, volvió a certificar que es un equipo en serio. Con oficio, con hombría y ¿cuando Riquelme o Palacio se encienden¿ con fútbol del bueno. Esta vez no fue Román el gran protagonista. Esta vez, Rodrigo le quitó el papel del 'muchachito de la película': fue el mejor delantero de la cancha, estrelló un tiro en el palo y fue rueda de auxilio para sus mediocampistas cuando Boca estaba en inferioridad numérica y no daba pie con bola.
Pero Palacio no estuvo sólo. La columna se sostuvo desde el arco con un Caranta que pareció invencible salvando casi media docena de situaciones de peligro. Y se sustentó en el medio con un Battaglia experiente que corrió por él y por sus compañeros. Boca es puntero por mérito propio, entonces. Porque eso vino a buscar y eso se llevó de La Plata.
Entre Escobar y Yedro intentaron tomarlo de cerca a Riquelme en el arranque. Pero Román, súper inteligente, escapó de esas persecuciones avanzando un par de pasos y estacionándose más cerca del área de Kletnicki. Así tuvo la primera chance: doble pared con Vargas, la tocó de zurda, lo dejó parado al arquero de Gimnasia y la pelota pasó rozando el poste izquierdo. Y le puso tiza a la siguiente: Escobar lo frenó con foul, tiro libre indirecto, se la frenó Morel Rodríguez y el 10 mágico estrelló el derechazo en el travesaño.
Bastó que Piatti empezara a crecer para que Gimnasia emparejara el juego. Pero el único argumento ofensivo eran los centros de Piarrou o Chaves buscando a Alonso: Caranta encontró un taco del uruguayo, el 9 le pegó de aire y casi vence a un impávido Caranta. Dentro de un marco mediocre, era de ida y vuelta.
Hasta que llegó el quite de Vargas, el toque preciso de Palermo y el mano a mano de Palacio, quien se tiró actoralmente cuando salió apresurado Kletnicki. El zurdazo de Palermo arriba, al ángulo derecho, fue un fusilamiento. Y el festejo se redondeó con ese abrazo del alma con Román...
Con Boca en ventaja, Gimnasia salió a llevárselo por delante en el segundo tiempo. Pero apareció Caranta y aguantó el 1-0: se jugó la vida frente a Escobar, sacó con un manotazo un cabezazo de Alonso y una entrada de Landa. Y tuvo suerte cuando Cuevas y Alonso no embocaron el arco.
La tonta expulsión de Leal emparejó numéricamente a ambos equipos. Y le quitó presión a Gimnasia, que levantó el pie del acelerador. Enfrente, Boca era sacrificio en Palacio y en Battaglia. Y sufrimiento en Palermo (se fue agotado) y en Riquelme. Sin embargo, el 10 siempre tiene un as en la manga. Habilitó a Palacio y Rodrigo estrelló el remate en el palo derecho. Se la llevó de guapo y casi mete el segundo. Hubiese sido demasiado para un Boca que ganó, llegó arriba y punto. Mejor dicho, tres puntos...