Boca a la deriva: Un equipo sin dueño. Riquelmitis
Ole
BOCA JUNIORS
date 18/11/2009

Boca a la deriva: Un equipo sin dueño. Riquelmitis

Palermo se quejó de su desabastecimiento. La realidad marca que Boca sufre la ausencia del 10. Sin él no volvió a ganar y el equipo sólo genera fútbol de arrebato.

Suele hablarse de la frialdad de la matemática. Para entender el concepto, basta con mencionar que muchos no dan como eliminado a Boca en esta lucha por entrar a la Copa 2010. Con la estadística ocurre algo parecido, y basta un ejemplo para mostrar lo equívoca que puede ser: a Boca le cuenta un 33% de efectividad en la Intercontinental 2003 frente al Milan. Claro, el partido terminó empatado y el entonces equipo de Bianchi se llevó el 33% de los puntos. Luego ganó por penales y levantó la Copa, pero eso a las ciencias exactas no les interesa. Sin embargo, no todos los datos se llevan de patadas con la realidad. Al contrario, muchos la reflejan con fidelidad.

Las quejas de Palermo ('Me siento muy aislado', 'Así se me hace muy difícil') tienen su fundamento con sólo observar de refilón, sin detenerse demasido, al Boca de los últimos partidos: escaso volumen de juego, poco abastecimiento al 9, llegadas como consecuencia de aciertos individuales y no tanto por elaboración. La enfermedad que acosa a Boca, la que terminó de dejarlo fuera de todo, se llama Riquelmitis. Boca extraña horrores a Román. Se le complica jugar sin él. No sabe, no está acostumbrado, no tiene reemplazante porque no existe en el país y hay pocos de su especie en el mundo. Y hasta en un año malo como éste, alejado de sus brillos, su influencia es contundente: Boca ganó, en este 2009, el 59% de los puntos que disputó con él en cancha; en cambio, sólo obtuvo el 25% cuando no estaba. Más: desde que se lesionó contra Chaca, Boca no volvió a ganar.

Nadie es tan influyente como él. Ni Palermo, el superhéroe del equipo sin el cual Boca ganó el Apertura 2008. En ese torneo, ocho goles de Viatri maquillaron la ausencia del 9. Son el doble de los que el Titán tiene en este momento. El Pocho Insúa, ahora jugando en la posición de enganche, supuestamente la que mejor le sienta, sólo alimenta la nostalgia por el 10. 'Lo que no estamos haciendo es que lleguen los volantes y los laterales por afuera, alguno que aproveche la opción de tenerme a mí dentro del área', se quejaba ayer el Loco. Eso no es otra cosa que lo que hace habitualmente Riquelme. Pararse como eje del equipo, obligar a los laterales a pasar la mitad de la cancha, sumar gente al ataque, tratar de rodear el área, construir con paciencia de araña y darle tiempo a Palermo de que llegue, huela la sangre en el área y busque el lugar desde el cual asestar el golpe final. El es el que mejor lo entiende, el que más lo explota, el que allana el terreno para sus apariciones goleadoras. Hoy, ni con tres enganches en campo le llega la pelota. Contra Arsenal, la situación más clara que tuvo fue un tropezón con Campestrini luego de que al arquero se le escapara un tiro de Ibarra. Y en eso influyen la verticalidad de Insúa y Gaitán, más propensos a explotar su propia velocidad y con tendencia a la finalización de las jugadas más que al bordado. Tan consciente es Coco del desabastecimiento que sufre Martín, que en la semana probó con tres puntas: sumó a Mouche, con alguna característica mayor de desborde.

Sin Riquelme no hay circulación fluida sino arrebatos, no hay técnico dentro de la cancha que saque al equipo del fondo o le maneje los ritmos según la conveniencia, no hay nadie que atraiga marcas y presiones para liberar a los demás, nadie que haga pasar la pelota por el ojo de una aguja hasta el paraíso o que la tenga lo suficiente como para oxigenar a una defensa que saca y la ve volver enseguida.

Desde que está Basile, Boca ganó cinco partidos y en cuatro estuvo el 10. Eso es lo que extraña Palermo. Lo que extraña el equipo. Lo que extrañan los hinchas. ¿Cuánto tiempo más lo extrañarán? El quiere apurar su vuelta para este mismo domingo, pero parece algo carente de sentido ahora que Boca no pelea nada. La pelea de Boca, en cambio, debería ser ponerlo bien para no extrañarlo más. Para inmunizarse contra la Riquelmitis.

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