¿Un cambio castigo?

Es el distinto que tiene Boca, por el que apuesta como su jugador franquicia en un futuro, uno de los máximos activos del club. Cristian Pavón es el jugador al que Guillermo le dio toda su confianza y lo convirtió en una pieza clave desde que asumió en marzo de este año. Tanto que el cordobés hizo goles importantes y fue uno de los pocos que se salvó del incendio de la eliminación con Independiente del Valle, en las semifinales de la Copa Libertadores. Y la semana pasada, una vez que fue expulsado Tevez ante Belgrano, hasta se animó a hacerse cargo de las pelotas paradas y metió un golazo de tiro libre.

Sin Carlitos en Mendoza, al equipo le faltó un líder y eso se trasladó en decisiones mal tomadas. Y en uno de los que más se notó fue en Kichán. El 7 bravo de Boca casi siempre eligió equivocadamente o abusó de la individual. Tuvo su despliegue tradicional, sus intentos típicos de desbordar y gambetear en velocidad, pero en el momento de dar el último pase nunca encontró al compañero mejor ubicado. El técnico no estaba conforme con la actuación del delantero de 20 años, pero lo dejaba en cancha por su importancia. Pero a medida que pasaron los minutos y tras el empate de Godoy Cruz, lo de Pavón fue empeorando. Y el colmo, para el cuerpo técnico, fue el zapatazo de 40 metros de Cristian, cuando no se caracteriza por sus goles de larga distancia, cuando tenía compañeros con mejores chances.

El técnico se fastidió (hizo gestos ampulosos) y, aunque iban 47 del ST, decidió reemplazarlo por Jara. Una modificación del estilo de Carlos Griguol, para que le deje una enseñanza al punta. “Lo vi muy cansado, faltaba muy poco”, fue la explicación del DT, que escondió la mano públicamente, aunque ya había bajado línea.