El cumpleaños más feliz del Mellizo Barros Schelotto

Hoy se cumplen dos años del Mellizo como entrenador del club que lo volvió estatua como jugador y que lo tiene como DT en esta ilusión llamada Copa Libertadores. Y en todo este tiempo el saldo es favorable.

Guillermo asumió a 48 horas del clásico con Racing por la fase de grupos de la Copa y a 96 horas del Superclásico con River por el torneo. Jamás esquivó los desafíos: fueron dos cero a cero. Como el de anoche en Lima.

“Lo que más sufrimos en estos dos años fueron las lesiones inoportunas. Perdimos jugadores muy importantes como Gago, Benedetto, Pablo Pérez, debimos adaptarnos a eso y a las salidas de Tevez primero y de Centurión después, pero siempre el plantel sacó adelante todo”, cuenta el Mellizo, quien de la reconstrucción hizo este Boca que domina desde hace 14 meses el fútbol argentino.

Admite, eso si, que “el golpe más duro fue la semifinal con Independiente Del Valle” en la que hizo méritos para ganar pero en la que errores puntuales lo dejaron afuera.

Con Gustavo como su espejo, con Ariel Pereyra como una voz autorizada del cuerpo técnico, con el PF Javier Valdecantos atento a todo, con Juanjo Romero entrenando arqueros (pasaron Orión, Dará, Werner y Rossi desde que el DT asumió) y con un grupo de trabajo bien aceitado, los dos años de Guillermo tienen un título más en las vitrinas y un sueño grande en esta Copa.

Los números cuentan que dirigió 77 partidos: 44 triunfos, 20 empates y 13 derrotas. Pero hay algo más: el equipo reacciona y se entrega como pretende su DT: “Somos protagonistas en todas las canchas, nos imponemos, vamos siempre por el triunfo, esa es la idea que respeta Boca”.

Con estos números Boca quedó a cuatro partidos de alcanzar el récord de Carlos Bianchi de 39 fechas consecutivas como líder del fútbol argentino.

Con diez años de jugador, con dos de DT, el Mellizo cuenta los títulos de manera particular. Son 16 más uno. Los de jugador por un lado, el de técnico por el otro. Es que es distinto. Antes el Siete Bravo con su habilidad y mañas entraba a la cancha; ahora debe elegir a quienes lo harán. En su gestión, el Mellizo potenció apellidos como Pavón, Magallán y Benedetto. Posicionó a Gago y Pablo Pérez (¿también Jara?) en la Selección, aunque él diga que “es un gran mérito de los futbolistas, el porcentaje nuestro es menor”.

Rejuveneció a Boca. Soportó las partidas de Daniel Díaz y Orión, dos caudillos y se reforzó con capital que también le darán a Boca ingresos en el futuro: Bebelo Reynoso, Rossi y Nandez son ejemplos. A Bentancur le dio la titularidad que lo llevó a la Juventus.

Aquel cigarrillo de Osvaldo, las exposiciones en redes sociales, el caso de los colombianos, las fallas en partidos puntuales (pocos pero recordados) y la poca participación de juveniles (asegura el DT que en un año el plantel tendrá apellidos de Casa Amarilla en la Primera) son los lunares. Ahora, ir atrás de la conquista de América es el gran sueño. “Estuve en tres finales intercontinentales con Boca; sé que esa sensación es única y espero poder vivirla como técnico”, es su deseo. Dos años después, el Siete Bravo sigue recibiendo el “Guilleeermo/Guilleeermo” que se corea en la Bombonera. No es poco.