Boca, River y un final de bandera verde rodeado de polémicas y suspicacias

Oscar Ruggeri Ahí están Boca y River en la cima del campeonato, con la lógica de las grandes ligas de Europa: los poderosos siempre luchan el título. Y el campeón, en definitiva, será uno de ellos. Entonces, el último tramo del torneo toma un relieve cargado de adrenalina. Y aunque el juego siempre debe estar en un primer plano, hay otras aristas en este desenlace con bandera verde. La pelota también se muevo fuera de los límites de la cancha. En los pasillos de la AFA, hay otro partido. El que tiene como ejes el atajo reglamentario, la pelea por la programación y el delivery de árbitros. Casi en simultáneo, claro, con el fantasma de la incentivación, aquel que empieza a fluir en cada epílogo.

Primero, hay que hablar del juego y sus derivados. Boca no tiene consistencia. Depende demasiado de la producción goleadora de Darío Benedetto y Fernando Gago, el líder futbolístico, está en declive. Guillermo Barros Schelotto extraña tanto a Ricardo Centurión que hará la vista gorda. Aunque la dirigencia ya resolvió no comprarle el pase a San Pablo, el Mellizo tiene claro que es fundamental para el funcionamiento del equipo. En ese sentido, ayer lo exigió a fondo porque quiere que vuelva a ser titular. Como contrapartida, el puntero del torneo no podrá seguir utilizando el artículo 225 por Gino Peruzzi, quien deberá cumplir un partido de suspensión. Leonardo Jara se úbicaría como lateral derecho. Distinta será la suerte de River. Como los futbolistas de la Selección Sub 20 recién mañana volverán al país, River podrá apelar a la norma que le permite contar con sus jugadores sancionados. Marcelo Gallardo decidió que Lucas Alario y Jorge Moreira sean de la partida en Tucumán. Bajo el concepto “el partido más importante es el que viene”, apostará todo al duelo con Atlético que le permitiría, el caso de ganarlo, quedar a un punto de su superclásico rival. El delantero y el lateral purgarán la fecha ante San Lorenzo, su adversario del domingo.

Ese día también jugará Boca contra Independiente. Lo hará previo a River. En las últimas semanas hubo quejas desde el Monumental porque el puntero del torneo jugó contra Newell's y frente a Huracán el sábado. Para el clásico con los rojos, se había barajado la idea de disputarlo a las 11. Hugo Moyano, mandamás del club de Avellaneda, puso el grito en el cielo. Según trascendió en Viamonte, iría a las 14 o a las 15. San Lorenzo River se disputará a las 17 o a las 18. Recién hoy se conocerán los horarios.

¿Jugar antes supone una ventaja? A River parece haberle pesado enfrentar a Central un día después de Huracán-Boca. Tenía la presión de ganar o ganar. Y los nervios jugaron, independientemente de la oposición del equipo rosarino, que llegó al Monumental dispuesto a dejar todo. De cualquier modo, River tendría un mayor tiempo de recuperación, teniendo en cuenta el viaje a Tucumán.

Los árbitros son otro foco de conflicto. Boca pretende que el próximo partido sea dirigido por Fernando Rapallini o Federico Beligoy. Para San Lorenzo-River hay un candidato que toma fuerza: Néstor Pitana. Presionados por los dirigentes, que cambiaron el esquema de sorteos calificados por la designación a dedo, el cuerpo colegiado que conduce Horacio Elizondo tiene menuda tarea. Las directivas de Claudio Tapia y compañía son claras: deben dirigir los mejores.

Y mientras se define el campeonato, Oscar Ruggeri -ahora en su rol de panelista televisivo- puso en la esce na la incentivación, un clásico de cada final de temporada. Boca tiene que jugar contra tres equipos que no necesitan mayor motivación que sus objetivos prioritarios, Independiente entrar en la Libertadores; Aldosivi y Olimpo, permanecer en Primera. En la última, recibe a Unión, que sólo jugará para cumplir. River tiene rivales que se juegan mucho: San Lorenzo, Racing, Aldosivi y Colón. ¿Los tucumanos sólo juegan por el honor? El Cabezón sugirió otra cosa.