No hay cuco pero apareció un candidato

Y la última chance sacó lo mejor del campeonato en ese primer tiempo. Con Aquino claro y movedizo, con Rigoni surcando la banda izquierda, Vera y Leandro Fernández entrando y saliendo a pivotear y un Marciano Ortiz claro para pasar al ataque, sólo faltó que se acoplara Méndez. Eso desde lo individual. El colectivo presionó a Belluschi y Ortigoza y el Ciclón sufrió esos 45 minutos. Cumplió varias premisas que adeudaba, le faltó justo la rúbrica, el gol. Propios errores en la definición y Torrico lo impidieron. Le quedan tres partidos para intentar repetir lo hecho en ese primer tiempo pero concretando, otro gran déficit de este flojo campeonato Rojo.

“Yo no quiero volverme tan loco” analizando a San Lorenzo. “Buscando un símbolo de paz” con Guede, no “seguiré pegando abajo”. El Ciclón dejó el “vicio” de probar “raros planteos nuevos”. Como pocas veces arrancó un equipo lógico que aun así fue superado. El rápido gol del segundo tiempo cambió todo. Dejamos las “promesas sobre el bidet” de presionar arriba y así fue que tuvo la más clara de contra con Cauteruccio. Volvió la gran “influencia” Mercier y un complemento brillante ya conocido con Ortigoza. “No va en tren”, pero fecha tras fecha sigue “demoliendo candidatos” a su manera y sueña.

La semana pasada me atreví a escribir en esta página que la Copa Libertadores no dejaba, finalizada la fase de grupos, la existencia de ningún cuco.

En estos días sólo seguirán en el camino ocho sueños. La ilusión del Huracán de los milagros, viaja con respeto pero sin miedos a enfrentar a un equipo fuerte, pero que tiene que hacerle un gol, algo que no pudo en 180 minutos que los han enfrentado en una semana. La de Racing, con las dudas de cómo manejar todo lo que dispongo y sobre todo, si planteé bien los primeros 90 en Avellaneda. Las de River, reales, claras; pero más basadas en las diferencias de historias y en lo que el Millo podría llegar a dar que en lo que definitivamente se ve de este combinado de un DT desconcertado por los rendimientos desconcertantes de sus jugadores. Las de Central, con la calma de aquel que una noche recuperó la memoria y consiguió una victoria imporantísima en Brasil.

La ilusión grande la saborea Boca, lo suyo fue lo mejor desde que llegó Guillermo. ¿Fue tan bueno teniendo en cuenta que a Cerro Porteño no le sobra nada de nada? Sí, porque por contrapartida a Boca le faltaba mucho, entre caídos viejos (Gago, Cubas, Osvaldo, Carrizo sin volver) más las bajas sobre la hora (Jara, Chávez). Asterisco para aquellos que sostienen que el Xeneize no tiene un muy buen plantel. ¿Están seguros? Boca venía dejando algunas señales de una idea, un equipo rápido, ligero en transiciones, con jugadores desdoblándose en funciones: imprescindible en el Código Schelotto, que los volantes marquen, jueguen y ataquen (Pablo Pérez, Meli, Lodeiro) y que los puntas ataquen y colaboren (Pavón, Tevez). Valoro mucho lo jugado porque era una incógnita saber cómo respondería el equipo de visitante en Octavos de final con tantos accidentes. Y respondió, con firmeza, con personalidad copera y con Lodeiro, Pérez, Pavón y Tevéz: con fútbol, sin olvidar al indiscutido Orión. Debe reemplazar al uruguayo, complicación inesperada, cerrar la serie y sobre todo lograr esas sensaciones que Guillermo tan bien conoce, las del viejo Boca copero. Pero no sólo por los colores, sino por esa pisada fuerte que mostró en Asunción; porque el presente comienza a sonreírle al ver que sus gritos empiezan a llegar a sus jugadores. Sumando partidos en esa sintonía la Copa no tendrá un cuco, sí a un verdadero candidato.