Decís Argentina y te dicen Riquelme, después Messi y Maradona | JuanRomanRiquelme.com
RIQUELME

Decís Argentina y te dicen Riquelme, después Messi y Maradona

Decís Argentina y te dicen Riquelme, después Messi y Maradona
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¿Cuánto sabes de Riquelme?

Desde Abu Dhabi, el jugador surgido en Nueva Chicago y figura con Arsenal de la última Superliga, habló de sus raíces y repasó su carrera en Desde el Barro, el programa de TyC Sports Play.

También contó sobre su nueva experiencia, donde comparte equipo con Gastón Álvarez Suárez.

“Con el idioma está difícil, pero me hago entender. Hay muy buena onda. Me divierto y me tratan muy bien. Estoy con (Gastón) Álvarez Suárez y con tres brasileños que hablan español. Ellos nos están haciendo de traductores. Y tenemos un técnico rumano, que está aprendiendo español y ni bien llegamos nos dio la pelota parada a nosotros. Así que nos peleamos para agarrarla”. Nicolás Giménez llegó hace tres semanas al Baniyas, club de los Emiratos Árabes Unidos, y deslumbró con su buena técnica y pegada en los primeros amistosos. Y en Desde el Barro, en una entrevista con Emiliano Lentini, reveló que ya tiene su número asegurado para la competencia, que comenzará en octubre.

“Apenas llegué pedí la número 31 que uso siempre, pero me dijeron que no, que la tenía un compañero. Y que yo tenía la 10 asegurada”. El número es todo un emblema para los árabes en su relación con los argentinos, ya que inmediatamente lo asocian a las grandes figuras de nuestro fútbol. “Acá se habla de Messi. Nos preguntan todo el día si se va del Barcelona. Pero lo que me sorprendió es que todos te preguntan primero por Riquelme. Decís Argentina y te dicen: Riquelme, Messi y Maradona. Aprovecho y les digo ´Riquelme top, the best´”, cuenta este confeso admirador de Román.

En Abu Dhabi es de madrugada, el reloj marcaba las 2 AM cuando Giménez tomó asiento en el sillón de su amplio hogar, el que espera poder compartir en algunos meses con su novia y su familia. Esos que siempre están, aunque ahora toca a la distancia y frente a una pantalla. En esta ocasión, tras la práctica nocturna y una cena de lujo con compañeros y jeques, sus propietarios, Nico se pega una vuelta virtual por el barrio y por su segunda casa, la Sociedad de Fomento Villa Constructora: “Estoy en la comisión del club. Ahí jugué los últimos dos o tres años de Baby Fútbol y todo Futsal hasta que empecé en la primera de Chicago. También fui técnico, me gusta mucho. Estar con los chicos te trae a la realidad, ya que cuando estamos en un club de primera es todo muy lindo. Pero cuando ves la alegría que transmiten esos chicos, dan ganas de que aprendan y yo aprender de ellos. Ya que no tengo el curso de técnico, aunque me gustaría serlo algún día. A veces me he comido retadas de entrenadores porque terminaba de jugar un partido y me iba corriendo para dirigirlos. Pero ver la felicidad de los chicos en esas jornadas largas de sábado, me gusta y me va a seguir gustando hasta que me muera”.

Para esos pibes, Nico es Messi. Es el ídolo. El hijo pródigo del barrio. Y el que encima les da la posibilidad de ir a una cancha. Les consigue la platea para ver a las figuras que juegan en la Superliga de cerca, como no lo van a querer. Lo van a extrañar: “En Arsenal y en Chicago también. Le peleaba las entradas para que puedan ir a una cancha de primera. Para ellos es algo muy lindo. Ellos me veían en la tele y me decían fírmame un

autógrafo. Y yo les decía ´pero me tenés acá todos los días, para que querés que te firme un autógrafo´. Una vez, en Arsenal me retaron porque se metieron todos a correr por el campo de juego, pero se portaban muy bien”.

En la familia Giménez, su padre, un gran jugador de fútbol, es dueño de un taller mecánico, aunque Nico le escapaba a la grasa con la buena excusa de jugar a la pelota. “Lo mío era el barro. Iba al taller mecánico de mi viejo, pero era muy vago. No cazaba una. Mis hermanos aprendieron. Pero yo aprendí a cambiar una rueda y unas pastillas de freno, nada más. Después me daban para limpiar las herramientas. Pero lo mío era ir a jugar campeonato con mis amigos a la Villa Palito u otro lado”, relató.

Y también recordó los viajes durante años a Mataderos, donde comenzó el sueño profesional: “Me caminaba de mi casa hasta la 126, diez cuadras de fábrica medias largas, y me tomaba el colectivo. Incluso cuando ya estaba jugando en Primera División. Ahí ya me agarraban los choferes y me decían ´vení, subíte gratis e íbamos hablando´. Pero después, a veces me iba en auto con Gomito, el Loquito Melo o Rulo Espíndola. De Chicago tengo recuerdos muy lindos. Me quedan para siempre”.

Sobre su relación con Espíndola, que fue asesinado hace unos años por la inseguridad en la Provincia de Buenos Aires, tuvo un recuerdo: “Éramos muy amigos. Teníamos una linda amistad, desde que yo era jugador de Reserva y el de primera. Una persona muy buena, que luchaba por lo suyo y lo de su familia, le ponía el pecho, iba para adelante y hoy se extraña. Pasamos muy lindos años”.

Para Giménez, el 17 de marzo de 2015, fecha de su debut en Primera, de la mano de Omar Labruna, fue el mejor día de su vida. Aunque lo comparte con la tarde donde metió su primer gol como profesional. Fue con Chicago jugando en la Superliga, cuando la clavó de tiro libre frente a Argentinos Juniors, en Mataderos, y le demostró a su entrenador que lo suyo iba en serio. “Tuve un desafío con el Yagui Forestello, porque venía de meterle un gol a River en Reserva, y me dice ´pendejo, te vas a animar a meter un gol en Primera el domingo´ y le dije que, si me ponía, lo metía. Después cuando me puso en la cancha me pedía patear al arco. Yo pateaba, después Gabbarini hizo su parte, y entró. Me puse a llorar”, recordó con nostalgia.

Nueva Chicago le dio alas, lo mostró en un nivel muy alto, tanto en su debut jugando en la Superliga como cuando le tocó descender a la B Nacional. Pero las experiencias en Talleres de Córdoba y San Martín de Tucumán no fueron las esperadas. Volvió a Primera División, pero cayó en un pozo del que recién pudo salir cuando le llegó el llamado de Sergio Rondina para jugar en Arsenal. “Llegué a Talleres en alza y tuve la suerte de encontrar un plantel con grandes profesionales, de renombre: Cholo Guiñazú, Hachita Ludueña, Colo Gil, Bebelo Reynoso, Jony Menéndez, Juan Ramírez… como equipo costó arrancar, pero después nos fue muy bien. Pero tuve la mala suerte de que no me tocó jugar tanto. Por eso pedía estar en reserva. Porque soy un jugador que siempre juega con la pelota y si pierdo ritmo, estoy al horno. Sé que mí fuerte no es meter y correr todo el tiempo. Yo sé que puedo marcar diferencia con la pelota”.

La mudanza de Córdoba a Tucumán cambió el aire y trajo expectativa pero volvió a quedar en deuda con el resultado. Forestello, de movida, y Ricardo Caruso Lombardi, sobre el final, le dieron confianza. Pero con Walter Coyette jugó poco. Y el equipo descendió al final de la temporada: “Estaba en un pozo del que me pude levantar porque estaba preparado. Cuando me llamó el Huevo Rondina yo le dije que sabía que era mí último cartucho y me preparé para eso. Quería seguir jugando en Primera y no caer otra vez a la B Nacional. Yo sabía que podía pasar esto de jugar un buen campeonato en mí puesto y que me vengan a buscar de muchos clubes, como terminó pasando”.

“El que abandona no tiene premio”, es su frase de cabecera desde que soñaba de niño con ser jugador profesional. Y hoy resume ese sacrificio: “Soy un chico de barrio que siempre la tuvo que pelear. Nunca tuve privilegios. Siempre traté de meterle a lo mío, hacer mí juego y cuando tocaba la posibilidad, hacer lo mejor posible”.

En el minuto final, sometido al esquema ping pong tan trillado, pero necesario para resumir sentimientos, Giménez dejó más respuestas: “Nueva Chicago es mi vida. Villa Constructora, mi segunda casa. Talleres de Córdoba fue una oportunidad. Lo mismo que San Martín de Tucumán, donde me quedaron cosas por hacer. Arsenal sería mi vuelta a la vida. La Selección Argentina, mi sueño. Riquelme, mi máximo ídolo. Pablo Guede, un gran entrenador. Un equipo ideal: Manchester City. La camiseta más valiosa que guardo: la que me regaló Rodrigo Espíndola y la de (Juanfer) Quintero. Y el sueño más cercano: ser el mejor en la Liga árabe que me tocará jugar con Baniyas”.

Pasó Nicolás Giménez. Otra historia de superación, humildad y crecimiento desde el ascenso. Otra historia surgida desde el barro, que hoy a miles de kilómetros, desde la capital de los Emiratos Árabes, sentimos más cerca. Disfruta del programa y la entrevista completa.



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