A Boca se lo exige la historia | JuanRomanRiquelme.com
GUSTAVO ALFARO

A Boca se lo exige la historia

A Boca se lo exige la historia
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¿Cuánto sabes de Riquelme?

¿Está Boca a la altura del desafío de ganarle al mejor River de la historia o sólo lo impulsan las obligaciones de su grandeza?

La realidad no parece sostener las pretensiones de pasar a la final para sanar heridas aún frescas...

Zárate dice, no bien termina el partido con Racing, que 'quedó claro que Boca está pensando en el martes'. Es un argumento válido que le aceptaría cualquier estrado judicial. Como mínimo recibirla el beneficio de la duda. Pero visto en contexto y en perspectiva, parece más una excusa y una declaración para darse ánimo y convencerse que un pedazo de realidad. Boca está a días, a horas apenas de otro partido decisivo, y no parece a la altura de la exigencia. No por presente, al menos. A Boca, en todo caso, se le exige por historia. Por su obligación con la camiseta y con los nombres que importó de todos lados, pero no porque esté al nivel del mejor River de la historia.



A ver: cualquier abogado recién recibido, o uno de ésos defensores públicos sin talento ni ganas que les caen a los que no pueden pagar por justicia, podría sostener las palabras de Zárate: Boca jugó con mayoría de suplentes y enfrentó al campeón de la última Superliga. Apenas perdió 1-0 y recién ahí cayó su invicto en el torneo. Donde hacen agua los argumentos de Zárate es en algunas imágenes que entregó anoche el partido en la Bombonera. Él mismo se pareció bastante a ese muchacho tozudo que encara contra cuatro hasta que la pierde aun teniendo mejores opciones de pase; Villa fue otra vez esa eterna promesa de gran desborde mezclada con su realidad de pésimo definidor; Bebelo mezcló su calidad conceptual para entender el juego y clarificarlo con su indolencia para recuperar sus pérdidas; Soldano sigue siendo ese 9 suplente que debe demostrar qué hizo para merecer la camiseta. Y hay más casos. Pero un repaso rápido de la formación nos muestra a Andrada, figura como habitualmente sucede; Weigandt, que jugó la ida contra River; Junior Alonso, pensado como alternativa para una línea de tres; Fabra, a quien muchos pedían en lugar de Mas hasta verlo jugar en el Monumental por el torneo; Capaldo, titular que se queda afuera por una suspensión; Mac Allister y Hurtado, que entraron un buen rato antes del final para dar vuelta la historia. Más los antes mencionados, todos con muchos minutos en el semestre. ¿Es tan suplente este equipo, tan distinto del que va a jugar con River? Es cierto, le faltaron los centrales titulares, Tevez, un Salvio que jugó muy poco por lesiones últimamente y Ábila, que no llegará en condiciones. ¿Entonces?


Entonces Boca se pareció mucho al Boca que todos cuestionan pese a ser puntero. Al que no juega bien, al que no termina de afirmarse, al que le sobra en los números pero le falta en la cancha. A un equipo que ayer tuvo una chance inmejorable -por características y nivel del rival- para probar cómo es eso de atacar en desventaja y falló. Porque le faltan confianza y hasta el hábito para desarrollar esa tarea, la de ser protagonista imponiendo sus condiciones. Y porque en definitiva, más allá de lo que diga la tabla del torneo local, Boca apenas jugó bien un puñadito de partidos en lo que va de la temporada: Paranaense ida y vuelta con un Nández que ya no está y parecía ideal para el 4-4-2 fetiche de Alfaro, Liga de Quito en la altura y un San Lorenzo de cuyas capacidades se puede discutir un rato largo.


En un partido puede pasar cualquier cosa. Más allá del gol de visitante -una preocupación acechante-, Boca puede olvidar el partido de ida y jugar el martes los 90 minutos como un partido encofrado, y proponerse ganarlo 2-0. ¿Puede hacerlo? No hay imposibles. Pero la realidad marca que hoy los técnicos del mundo elogian el trabajo de Gallardo, mientras que los que llegan a la Bombonera se sorprenden mucho más con el marco que con el cuadro.


Boca tiene por delante una tarea inmensa, que es ganarle a River. Y una aun más grande que es buscar una forma de hacerlo. Por más camiseta a la que le deba respeto, por más historia que cargue en su espalda, la realidad no parece de su lado.

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