Lo único que le falta a De Rossi

Fueron poco más de dos semanas a todo trapo en las que Daniele aprovechó cada minuto como si fuese el último. Arrancó tranqui: el día que llegó revolucionó el aeropuerto de Ezeiza. Cientos de hinchas y periodistas lo escoltaron desde la zona de embarque hasta que se subió a la camioneta rumbo a la revisión médica, y de ahí a cumplir el sueño de recorrer los pasillos del Templo.

Pasaron cinco días entre que llegó al país y lo presentaron. Y esas horas las aprovechó para entrenarse por la mañana, dormir unas horitas y recorrer las calles de la ciudad junto a su pareja, la modelo, presentadora de TV y actriz italiana, Sarah Felberbaum. Compartió comidas, salidas, de todo. Florida, Lavalle, puente transbordador. El ABC del extranjero en Buenos Aires.



Daniele también se le animó a la actuación y se divirtió grabando algunas tomas en la Bombonera. Su “Questo é Boca” explotó en las redes y ya no hubo manera de frenar la Tanomanía. Detalle: todo eso sucedió antes de que firmara contrato hasta el 2021. Una locura.

De Rossi también se hizo un tiempo para ir a la cancha, primero contra Huracán (vio un tiempo en el palco de Angelici y otro con sus compañeros, en la boca del túnel) y luego ante Athletico Paranaense, la noche que Boca selló la clasificación a cuartos en la Copa.



Tuvo la chance de viajar con el plantel a Paraná (vs. Patronato) pero decidió quedarse practicando solo para llegar bien al partido de mañana. Y cuando sus compañeros volvieron con triunfo de Entre Ríos, después del entrenamiento fue con ellos a comer asado a la tradicional parrilla El Tano de Avellaneda.

Al día siguiente lo visitó en el club Daniel Osvaldo, con quien jugó en la Roma entre 2011 y 2013. Y para el final, la frutilla del postre: Diego, su ídolo, lo recibió en su casa de Tristán Suárez.

Mañana debuta con la de Boca. Más no puede pedir.