De Rossi: dónde se mudó y por qué no usa GPS

Ser líder se impone naturalmente. Los grupos son los que lo eligen casi por inercia. Por lo menos en el mundillo del fútbol, es la forma que usan los planteles para decidir quién será la guía. Las virtudes con las que deben contar estos personajes tienen que ver con la sabiduría, con la confianza que generan, la sencillez que muestran, el talento deportivo y, más que nada, la manera en la que se mueven dentro de un plantel. Eso logró Daniele De Rossi en Boca en poco menos de dos meses. No por nada se sienta en la cabecera de la mesa de los veteranos y también en la de los más pibes, que aún experimentan esa admiración propia que genera una figura mundial como Lele... Eso sí, una figura que no tiene problemas en ir al supermercado: chango en mano, este finde hizo las compras junto a su mujer y sus hijas (llegaron este fin de semana al país) y, como siempre, se sacó fotos con la gente.



Daniele es en parte una guía para los más chicos del plantel. El caso más notorio pareciera ser el de Capaldo. Primero porque coinciden en el puesto de la cancha y segundo porque el italiano está sorprendido por la “capacidad física y táctica” que tiene Nico. “Antes lo veía en la Champions y ahora me da consejos”, avisó el volante de Inferiores que es titular y que ya debutó con la Sub 23. Otro de los casos es el de Bebelo Reynoso, a quien De Rossi elogió públicamente: “No sé bien todavía en qué lugar juega, pero es un fenómeno”.

Sin embargo, ésas no son las únicas relaciones que fue construyendo el mediocampista que jugó 18 temporadas seguidas en la Roma. Uno de los compañeros con los que más habla es Lisandro López, ya que el central es de los pocos que maneja el italiano a la perfección, idioma que aprendió en el Inter. Tevez y Zárate también se le animan al dialecto del tano, si hasta comparten anécdotas de las veces que se cruzaron en el Calcio (el Apache con la Juventus y MD19 con Lazio). Ojo, DDR pide que le hablen en castellano para que pueda seguir entrenando el oído y responder sin problemas.





Nada es casualidad, y menos en Boca. Además de que futbolísticamente la llegada de Il Romano le da un salto de jerarquía al equipo, su presencia encaja bárbaro con la proyección deportiva que tiene el mánager Nicolás Burdisso. No por nada el contrato del europeo es por dos años... La intención es que en esta nueva era de lavados de cara después de Madrid, Daniele sea una de las cabezas de la conducción. En Boca ya ven cambios, lo notan contento y muy comprometido con la causa. 'Después del partido con Liga en Quito, los felicitó a todos en el vestuario como si hubieran ganado la final del Mundial 2006', le contó a Olé alguien que comparte el día a día con el futbolista que convirtió en la definición por penales que consagró a Italia vs. Francia.

Pero Daniele también construyó su nueva vida puertas afuera del vestuario. Desde el día que pisó suelo criollo, este europeo que lo menos tiene es pinta de europeo y que lejos está de la elegancia y el glamour italiano, se mimetizó enseguida con el trajín de la ciudad de la furia y jamás marcó una diferencia por ser una megaestrella. Tampoco pidió locuras ni excentricidades para venir a Boca. Al contrario, el primer lugar donde se alojó le pareció desorbitante y optó por mudarse a un hotel con una fachada más parecida a lo que veía todos los días en Roma.



Sin embargo, como quiere mezclarse con la gente y la rutina, ahora se trasladará a una casa en Palermo. Además de hacer las compras en un supermercado de barrio como cualquier hijo de vecino, De Rossi nunca quiso tener chofer (salvo las veces que su amigo Burdisso le hizo de taxista) y por eso Boca le dio un auto con el que va de una punta a la otra de la ciudad, y 'sin GPS porque ésa es la mejor forma de conocer lugares y las calles'.

Su forma de ser lo acercó mucho más a la gente, que lo fue a recibir a las 6 de la matina cuando que llegó y que colmó Ezeiza un día de semana. Y él está chocho. Ni hasta cuando maneja tiene problemas en tomarse selfies, como hizo con ese hincha que lo paró en una esquina de San Telmo y se ganó una de auto a auto. Eso es De Rossi, el tipo de joggins, gorrito y barba que aún no entiende lo que genera. Por eso, y por su humildad, es capaz de quedarse varios minutos firmando autógrafos o sacándose fotos con los encargados de la seguridad. Eso es Daniele, un Súper Tano que, como si le faltara algo, te hace las compras...