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APACHE

Ella es la revelación de la serie de Tevez

Ella es la revelación de la serie de Tevez
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La cordobesa de 30 años dejó la abogacía para dedicarse a su carrera artística.

Este año, debutó en la ficción 'Apache' de Adrián Caetano que puede verse en Netflix

Yésica Glikman nació hace 30 años en Villa Carlos Paz, Córdoba. Se crió en una familia de clase media con su mamá y su hermana. A su papá lo conoció en su adolescencia. De chiquita soñaba ser una de las protagonistas de las novelas que solía ver en la casa de su abuela. Luego cursó Derecho, aunque se sentía un 'bicho raro' en la facultad. Pero el deseo de estar en un escenario era tan fuerte que también estudió actuación.



Yésica Glikman estudió en Córdoba la carrera de actuación y abogacía
Cuando terminó ambas carreras se mudó a Buenos Aires y comenzó a trabajar en estudios jurídicos mientras hacía teatro independiente. Finalmente se animó a dejar el traje de abogada guardado en el placard. Al poco tiempo fue elegida para formar parte del elenco de Apache, la serie sobre la compleja infancia y adolescencia de Carlos Tevez. La ficción que puede verse en Netflix tuvo tan buena aceptación en Argentina, Chile, Colombia y Perú que están negociando la posibilidad de hacer una segunda temporada, según información de Torneos, la productora de la ficción.



En la trama, la actriz interpreta a Anabella, una de las integrantes de una banda delictiva de Fuerte Apache, el barrio de Ciudadela donde se crió el jugador de fútbol que superó muchas adversidades hasta que pudo triunfar en Boca. En una entrevista con Teleshow, Yésica cuenta cómo vivió la experiencia de participar en la ficción de Adrián Caetano. El diálogo es a la distancia: se encuentra viviendo en Los Ángeles, Estados Unidos, realizando cursos de actuación e inglés.

—¿Cómo quedaste seleccionada para la serie Apache?

—Quedé seleccionada a través de la convocatoria que hizo Verónica Souto, directora de casting. En 2018 me comenta que tenía un personaje que sería parte de una banda del Fuerte Apache. Cuando fui a hacer el casting preparé mi personaje a mi criterio. No quería caer en un cliché, ni tampoco en algo sobreactuado, ya que Verónica me había dicho que este personaje pertenecía a un contexto marginal y humilde. Al mes, me confirmó finalmente para Apache.



La actriz en Fuerte Apache, donde se grabó la serie de Carlos Tevez
—Contame sobre la experiencia de grabar en Fuerte Apache.

—Fue una experiencia única en mi vida. Agradezco al oficio que elegí por darme la posibilidad de conocer Fuerte Apache, que sin dudas es un lugar emblemático que aun preserva los códigos que en la ciudad se perdieron, donde las palabras 'familia, amistad y trabajo' están presentes. Yo creía que iba a construir a Anabella desde mi casa, pero el Fuerte Apache terminó de moldear por completo al personaje. La experiencia a nivel personal fue grandísima, ver a la gente en su vida diaria, cómo laburan, cómo tienen el foco en ir para adelante, en crecer. Son cosas que no las olvidás más. Cada día que llegaba en la camioneta, sentía los olores, los colores, veía de lejos el mural de Carlos y podía meterme en el personaje… y así pasaban las horas, quizás yendo a la Iglesia a hacer tiempo, jugando con algunos chicos del barrio en la explanada, comiendo en el bar de Doña Blanca y también conociendo historias que se cuentan entre los monoblocks del barrio Ejército de los Andes.

—¿Conociste a Carlitos Tevez?

—No conocí a Carlitos, siempre me quedé con las ganas. Teníamos días distintos de grabación. Al que conocí es al primo, Yayo Tevez, quien estaba siempre porque trabajaba para la seguridad del Fuerte Apache en la producción de la serie. Siempre tuvo muy buena onda y estaba predispuesto a brindarse con todo el equipo.

El tráiler de 'Apache'

—¿Siempre quisiste ser actriz?

—Cuando era chica mi abuelo paterno me contó que mi bisabuelo, al arribar a la Argentina desde Europa, comenzó a trabajar en radioteatro. Pero ninguno de mis familiares directos se dedican a las artes escénicas. A los 8 años era muy curiosa e hiperquinética y le pedía a mi mamá que me llevara a clases de canto, baile y gimnasia artística. Era tan hiperactiva que a mi mamá le costaba hacerme dormir. Siempre de chica me gustó Charles Chaplin, aunque no tenía mucha información de él. A los 9 años empecé a ver telenovelas mexicanas y brasileras con mi abuela, que vivía en la casa de al lado de mi mamá. Me marcó la novela brasilera Xica Da Silva, que cuenta una historia de una esclava negra. No podía dejar de verla y en ese momento yo quería interpretar a ese personaje, quería estar en la pantalla. Ahí me di cuenta de que quería ser actriz.

—¿Qué recuerdos tenés de tu infancia y adolescencia?

—Mi infancia fue extremadamente feliz. Puedo cerrar los ojos y visualizarme corriendo por las calles de Villa Carlos Paz, lugar donde me crié. Teníamos un grupo de amigas y amigos del barrio que todos los días nos juntábamos después del colegio a saltar la soga, jugar a la mancha, subir a los árboles, meternos en las casas abandonadas… En mi adolescencia, me esforzaba mucho en el colegio por obtener buenas calificaciones. Mi vida giraba entorno a estar con amigos, ir a las clases de gimnasia y hacer la tarea. Siempre destaco que Carlos Paz fue el mejor lugar para crecer.



En la historia, Yesica se pone en la piel de Anabella, una delincuente de Fuerte Apache
—¿Cómo es tu familia?

—Mi familia es de clase media. Mi mamá Elsa Gladys es una laburante, es dentista y nos sacó adelante a mi hermana y a mí con su trabajo, y con el apoyo de mis abuelos maternos. Mi papá se fue de casa cuando era muy pequeña y recién lo volví a ver cuando tuve 13 años.

—¿Qué sentiste al reencontrarte con tu papá?

—Me acuerdo que fue una época muy dura. En mi adolescencia era muy importante tener una familia convencional. Sufrí mucho no tener a mi padre a mi lado cada vez que tenía que izar la bandera, o festejar mi cumpleaños y ver a mi mamá sola organizando todo. Eran épocas de muchos prejuicios, y de mucho bullying en el colegio. Me reencontré con mi padre a los 13 años. Yo hacía un tiempo venía diciéndole a mi mamá que quería verlo y que me afectaba esa situación. Recuerdo que una mañana viajamos a Córdoba desde Carlos Paz, y le tocamos el timbre de su departamento. Poco a poco, comenzamos a vernos más frecuentemente a tal punto que cuando empecé la facultad los dos primeros años viví con él. Siempre fue algo doloroso, pero con los años y luego de mucho trabajo personal lo perdoné. Hoy puedo decir que lo quiero y lo acepto con sus defectos y virtudes.



La serie sobre la historia del ídolo de Boca tuvo muy buena repercusión en Netflix
—¿Qué carrera estudiaste en la facultad?

—Cuando llegó el momento de elegir una carrera yo estaba muy aturdida. Veía que mis compañeros de la secundaria sabían lo que querían, y yo no. En esa época era importante la presión de los padres y el 'querer ser'. A mí me gustaba ayudar a la gente y también era buena en historia y ciencias sociales, por lo que pensé estudiar Derecho. Por esa idea, un poco altruista, me inscribí en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Luego, ingresé al Conservatorio de Arte Dramático Jolie Libois del Teatro Real. Fueron años muy pesados de estudio para poder terminar las dos carreras al mismo tiempo y con la responsabilidad que conlleva. Lo gracioso era que cuando estaba en la Facultad de Derecho me sentía siempre un 'bicho raro' y cuando llegaba a la puerta del teatro sentía que estaba en paz y libertad. Por eso fue que elegí concluir ambas carreras, pero dedicarme de lleno a la actuación, que es lo que me hace feliz.

—¿Cuándo tomaste la decisión de dejar la abogacía?

—Llega un momento en tu vida que tenés que darle bola a lo que pasa internamente y sentía que necesitaba hacerle caso a mi voz interna que me lo estaba pidiendo a gritos. Estaba trabajando en dos de los mejores estudios jurídicos de Capital Federal y se lo planteé a uno de mis jefes y me apoyó en el decisión. A la semana siguiente, me llamaron para el casting de Verónica Souto para Apache. Una locura.

—¿Cómo te preparaste para hacer el personaje de Anabella en la serie ?

—Tenía que hacer a una chica muy diferente a mí y no tenía acceso a ese mundo, porque yo siempre tuve para comer todos los días, una casa calentita, un baño, pude estudiar y proyectarme. Por eso quise dejar que el mismo contexto del Fuerte Apache fuera moldeando a Anabella, mi personaje en la ficción. También hice tarea desde el hogar: miré desde documentales de villas marginales hasta programas de televisión como entrevistas a Pity Álvarez.



En este momento, Glikman está estudiando en Los Ángeles, en Estados Unidos
—¿Te costó grabar las escenas de sexo?

—Al principio no sabía cómo iba ser. No paraba de pensar en cómo sería, qué plasmaríamos en las escenas. El día que tuvimos que grabar con mis compañeros, Julián Larquier Tellarini, Tamara Ayelén Arias y Fernando Contingiani García, nos pusimos a debatir cómo las haríamos. Entonces ensayamos un poco en frío y de manera casi coreográfica cómo la dispondríamos para la grabación. Siempre estuvimos muy cuidados por parte de todo el equipo, desde las vestuaristas, camarógrafos hasta los propios directores, Adrián Caetano y Nicolás Goldar Parodi.

—¿Y cómo fue realizar la escena en la que te apuñalaron?

—¡Uf, esa escena fue brutal! Me acuerdo que se filmaba de noche, estábamos cenando y nos sentamos con Adrián Caetano para debatir un poco. Nos dijo que no nos lastimemos, nos dio las pautas generales de cómo íbamos a movernos, las entradas y salidas de cada uno y en el estado que tenía que encontrarse cada personaje para ir buscando el móvil conductor de la escena y lograr que se viera orgánico. Hubo un gran trabajo previo que incluyó la labor y responsabilidad de efectos especiales, como el manejo de armas, el uso de los explosivos, y por supuesto el ensayo de las escenas que requerían mucha precisión, coordinación y un fuerte trabajo físico por parte de todos. La escena se hizo en varias partes, y quedó lista a la tercera toma. Me tuve que meter muy adentro del personaje de Anabella para sentir la escena y que se viera real.

—¿Qué repercusiones tuviste después de que se estrenó la serie?

—Fue espectacular tanto en la Argentina como en Paraguay, Chile, Perú y México. Yo no lo podía creer, pero si me pongo a pensar es un buen producto, una serie que está muy piola, que tiene condimentos que funcionan, y tiene el sello Caetano. Me llegan mensajes de todas partes, reconociendo el trabajo de todos, y lo más importante que destaco es lo humano. Muchas chicas y chicos me dicen que la serie los ayuda a creer que se puede lograr los sueños y las metas. Creo que eso es lo importante. La gente se siente identificada y eso los motiva.



Yesica Glikman con su compañera de elenco Tamara Ayelén Arias, quien interpreta a la “China”
—Ahora estás estudiando actuación en Los Ángeles. ¿Te cuesta solventar los gastos con la suba del dólar?

—La experiencia es increíble, pero requiere de mucha fortaleza interna porque esta ciudad es demoledora, todo se mueve muy rápido y cuesta encontrar gente con la que puedas conectar desde un lado sincero, ya que todo el mundo está en la carrera de lograr algo y de ganar dinero. Estoy invirtiendo en mi profesión, estudiando interpretación en idioma inglés, estudio de escena e improvisación en Los Angeles Acting Center. Vine con ahorros que pude juntar con mucho esfuerzo entre mis trabajos entre Buenos Aires y Chile. Ya la escuela en parte la había pagado hace un tiempo antes de venirme, por lo cual la suba del dólar repentina estando acá no me impactó directamente.

—¿Te alcanza para vivir de tu profesión, con los vaivenes que tiene la actuación?

—No, nunca me alcanza, siempre ando a las corridas, pero también es lo que me motiva a seguir y buscar nuevas oportunidades de trabajo, generar nuevos proyectos. El mundo de la actuación es complicado y tenés que aprender a lidiar con la incertidumbre, ser tu propia empresa, autogestionarte, vincularte con tus pares, generar siempre, no quedarte esperando que las cosas pasen, porque sino perdiste.

—¿Cuáles son tus próximos proyectos para lo que queda de 2019?

—Por ahora terminar mi curso en Los Ángeles, y de ahí volver, retomar con mi rutina y consolidar un proyecto que tengo para cine en la Argentina que por el momento está en veremos y a la espera, así como nuestra economía.

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