Un veterano hincha creó en su vivienda el Pequeño Museo Boquense Carlitos Bianchi | JuanRomanRiquelme.com
ANTONIO SANCZUK

Un veterano hincha creó en su vivienda el Pequeño Museo Boquense Carlitos Bianchi

Un veterano hincha creó en su vivienda el Pequeño Museo Boquense Carlitos Bianchi
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¿Cuánto sabes de Riquelme?

Jamás jugó al fútbol, pero es apasionado por el club Xeneize

El padre de Antonio Sanczuk era un inmigrante polaco con un modesto empleo en el ferrocarril.

En los primeros años de la década del cuarenta, la vida era dura en Landeta, Santa Fe. Y Antonio, que nació futbolero, nunca pudo jugar a la pelota, porque por mandato paterno, había que cuidar el único par de zapatillas.

Eran años de brillo para la escuadra boquense, con los títulos obtenidos en 1940, 1943 y 1944. El pequeño Antonio, como muchos de sus amiguitos, abrazaron los colores azul y oro e iniciaron así un romance permanente con el cuadro de sus amores.

Muy pronto empezó a recitar sin errores las formaciones xeneizes, a recordar cada resultado, a rememorar las jugadas claves, y por supuesto a sufrir las derrotas.

A los 18 años se enganchó en la Armada Argentina, y lo destinaron durante seis meses a la isla Martín García, famosa por haber servido de prisión a célebres presidentes. La primer salida al continente tuvo un destino cantado para Antonio, al que ya apodaban Polaco: directo a la Bombonera, para vivenciar lo que tantas veces mirara en las fotos de El Gráfico o que escuchara en las transmisiones radiales.

Luego el destino lo llevó a vivir en la propia Buenos Aires, con lo que las tribunas de la calle Brandsen lo tuvieron de asistente ejemplar.

Más tarde, se estableció en nuestra ciudad, y aún hoy reside en barrio Trinitarios. Su familia creció, y con ella su misión de multiplicar la barra bostera: hoy se ufana de tener 13 miembros entre esposa, hijos y nietos, y sólo dos no son fanas de Boca (su esposa es de River y el yerno, de San Lorenzo).

Con algunos de ellos viaja seguido a Buenos Aires para seguir alentando a los sucesores de Rattín, Maradona, Palermo y tanto otros.

Sus nietos se disputan el derecho a heredar del veterano hincha, su altar privado, su construcción más paciente, su homenaje desinteresado: el denominado “Pequeño Museo Boquense Carlitos Bianchi”, que viene ampliando desde 1998 en el otrora dormitorio de sus hijos, en la casa de bulevar Argentino 1715.

Es un recinto cubierto por láminas, cuadros, diplomas, banderines, camisetas firmadas, gorras, videos de partidos cruciales y un sinfín de objetos de pasión por la divisa, tales como una botella de vino “Boca” y un cuadro con césped del estadio. El espacio ya quedó chico, y don Antonio comenzó a cubrir el garaje con más láminas, y hasta el asador del patio está fileteado en azul y amarillo, con un mensaje de amor a sus nietos.

El propio creador del museo aparece en muchas fotografías con sus ídolos, algunos al visitar Villa María, y otros en el propio templo futbolero porteño. También con José Luis Tesare, el defensor boquense que logró cinco títulos para la escuadra y que murió hace una década en nuestra ciudad. Si bien no está permanentemente abierto al público, el local está disponible para quienes quieran conocerlo, avisando con la debida anticipación.

“El museo se me ocurrió cuando me di cuenta de que con Bianchi habíamos llegado a la cumbre del mundo, que ganábamos todo. Fui a Córdoba a ver al equipo y compré el primer póster. De allí en más, no paré de juntar cosas. Bianchi fue fabuloso y lo más grande que me regaló fue ganarle la Copa Intercontinental al Real Madrid”, evocó ante EL DIARIO.

“Era la época en que en Villa María no pasaban los partidos por televisión, así que viajamos en barra a Arroyo Cabral. Creo que no vi el segundo tiempo porque me la pasé mirando la hora en el reloj y diciendo “faltan 25 minutos para la gloria, faltan 24 minutos, faltan 23…”.

“Yo creo que Bianchi logró tantas cosas un poco por la suerte, pero también por su gran capacidad. De su último paso por Boca mejor no hablar, pienso que le pesó su alejamiento de tantos años de la dirección técnica; perdió el celular de Dios”.

La actual etapa del club lo tiene preocupado: “Es culpa de los directivos, porque Barros Schelotto pide a tres jugadores y no le traen a ninguno, sino a seis de medio pelo. Es cierto también que a Boca los jugadores le cuestan mucho más que a otros equipos”.

Tanto como a Bianchi, Sanczuk admira a Juan Román Riquelme, “el más grande jugador que tuvimos”.

Asiduo concurrente a la peña local “Pasión Boquense”, no guarda en su corazón sentimientos negativos hacia los primos de Núñez: “Yo no cargo a nadie cuando los otros pierden. Mi alegría es verlo ganar a Boca, eso me llena el alma y es suficiente. No me burlo de nadie, porque tampoco me gusta que se burlen de mí”.

Asimismo, a sus 81 años, confiesa que todavía “una semana en la que pierde Boca es una semana de mier… para mí”.

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